La criatura humana

Los seres humanos somos una criatura deliciosa, de una extraordinaria belleza, en donde el fenómeno natural de la inteligencia ha aflorado por evolución natural.

A diferencia sobre lo que se escribe de la inteligencia, mi opinión es distinta de la que se recoge en los manuales y enciclopedias; la inteligencia no es lo que se dice; pero si las naciones dijeran la verdad sobre la inteligencia entonces tendríamos que realizar poderosos y drásticos cambios sobre nuestra sociedad y eliminar muchos status quo fabricados sobre la iniquidad y la mentira; evidentemente, no están por la labor; ni lo estaban los pueblos primitivos con su pobre tecnología.

A lo que ha ido viéndose hasta ahora, tampoco están por esta labor quienes hoy llevan las riendas y el destino de nuestro mundo; o está por ver.

Todas las criaturas de este planeta somos vulnerables; la vida es vulnerable, por principio; es esta vulnerabilidad la que nos hace débiles ante el abuso de otras criaturas que no quieren adaptarse a la realidad real de este mundo; son estas criaturas las que llevan sembrando el desconcierto, el descontrol y el desgobierno, durante 20 mil años; y siguen ocupando su posición de poder, pero dándose ahora más cuenta que tienen los pies de barro, que sus asientos no son firmes, como tampoco lo son los que nos sustentan a los siete mil millones de ciudadanos anónimos que hoy habitamos el planeta, repartidos en múltiples naciones y pueblos; la inseguridad y el cambio son dos características básicas, de principio, por este principio del siglo XXI.

Todas las criaturas somos vulnerables.

La vida es vulnerable.

Pero, con la vulnerabilidad de la vida, ésta es también imparable; gana y conquista terreno al vacío, la nada; no se sabe exactamente cómo lo hace pero lo hace.

Hubo un tiempo donde la criatura humana nos vimos con un poder mayor al del resto de las criaturas; nos creímos distintos a ellos; nos creímos mejores que ellos; nos creímos mejores que todos aquellos que guardan nuestra misma forma y son de nuestra misma especie; este error de partida hizo que a partir de entonces hayamos cometido una deformación que ha sido ahora, recientemente, hace apenas cien o ciento cincuenta o doscientos años que esa histórica gran deformación ha abierto las puertas; ha sido el desarrollo tecnológico, económico, industrial, el conjunto de saber científico del ser humano el que lo ha hecho posible.

Hemos evolucionado pero nuestra evolución ha sido lenta, muy lenta; ha sido a partir del Renacimiento que la rueda de la ciencia humana ha tomado mayor velocidad; en estos últimos doscientos años asistimos a cambios radicales en el ser humano y en nuestra forma de vida; especialmente desde la terminación de la II Guerra Mundial y la plena implantación de esto que se llama capitalismo y globalización.

Nosotros, todos nosotros, pensamos, con las herramientas sociales del pensar, porque otras personas nos han dado estas herramientas; ¿son buenas?; digamos que no son malas pero tampoco son buenas, nos conducen al error; cuando yo doy un rastrillo a un hombre para que cave o cuando doy una pala para que pique, las herramientas no son malas sino la exposición y explicación que realizamos de ellas y el uso a las que las destinamos; esto es una pala cuando en realidad es un pico; o esto es una azada cuando en realidad es un rastrillo. Nuestros errores perceptuales tienen mucho que ver con estas contradicciones e incoherencias básicas que ahora apunto.

Desde mi punto de vista, nosotros, todos nosotros, el conjunto de todas las sociedades humanas, tenemos una mala o errónea educación que nos convierte en tullidos de inteligencia, en el sentido que ignora y desvirtúa una parte importante de nuestros valores, facultades, capacidades y cualidades.

O por decirlo con estas palabras: la doctrina de conocimiento que estamos usando es falaz; es una mentira; pero la usamos y fingimos que es verdadera y sirve perfectamente a la función de explicarnos el mundo y a nosotros mismos.

Vivimos en el error, porque queremos vivir en el error; creemos que necesitamos el error para sobrevivir y en realidad el error es como el tapón de una botella que nos impide y autolimita, sin ver y sin vivir nuestros verdaderos potenciales como seres humanos y seres con inteligencia.

¿Por qué este hecho tan antievolutivo se está produciendo?; son muchas las razones, que no solamente una; pensemos que estamos hablando de un proceso que se ha estado fraguando durante veinte mil años (o más); pensemos que en la aparición de las comunidades primitivas, éramos lo que se dice cuatro gatos, en un mundo inmensamente grande, gigantesco.

Ha sido con el neolítico donde hemos asistido al primer gran crecimiento poblacional, gracias a la fabricación de excedentes y gracias a una incipiente organización social, en la que está la raíz u origen de nuestros problemas actuales; hemos planteado sistemas sociales inadecuados, bastos, bestias, brutos, las tres bés; y aún teniendo mucho ornato y decorado y cuerpo doctrinal como sí lo tienen, es todo un detritus de inteligencia, un postizo no real; lo que dicen los libros acerca de las características básicas del ser humano, no es cierto; o cuando menos lo que dicen un 99 por ciento de esos libros; descubre la verdad entre la hojarasca; descubre que no descubres nada porque el sistema está concebido para la supervivencia de ese cuerpo de doctrina falso y contrario a los intereses y necesidades de nosotros, los seres humanos: han inventado con esa falsa ciencia un mundo inapropiado, donde por lógica hemos de sentirnos incompletos, infelices e inadaptados; ésta es la conquista de lo que nuestra sociedad llama inteligencia y no es sino la propaganda de una doctrina que surgió hace 20 mil años, con distintos nombres y maquillajes; una inteligencia que, en este presente siglo, va a tener una evolución que presenta grandes interrogantes y grandes esperanzas.