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Mostrando entradas de agosto, 2018

En términos musicales

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Entiendo la música como algo más amplio incluso que la propia música, casi como una filosofía, vivir con la música, vivir con tu propia música, aquella que te va saliendo del cuerpo, de ti mismo. Si alguna vez, la música consiguió entrar en mi vida, creo que fue, a los 7 años, con una máquina de escribir. Y creo que fue, a partir de los 5 años, con libros y libros, principalmente libros de aventuras, libros juveniles, libros donde la vida es algo donde pasan cosas, suceden hechos fascinantes, mucho más que para poder escribir una novela. Me dejaba atrapar por lo que me contaban aquellos libros, las aventuras de marineros que embarcaban a lejanas tierras, la vida de intrépidos espadachines amigos de sus amigos, el valor de un portador de una carta que no sucumbe ante eso que se llama enemigos y que, con siete u ocho años, no sabes bien a qué o a quiénes se refiere. Sin embargo, la música podemos decir que entra a mi vida en dos momentos posteriores. Uno, con once años. Me lleva

Consciencia de Ser

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Paseo por la calle. En las pequeñas escenas de cada día, me siento afortunado por ser lo que soy y por ser como soy. En las pequeñas escenas cotidianas, se plasma mi realidad personal. Con esa realidad, me siento muy afortunado frente a eso que llamamos Infinito o Dios y que debe estar, además de en toda la invisibilidad del Cosmos, también en el interior de nosotros, en algún lugar recóndito e inédito de nuestras células, albergando una información traducible en impulsos nerviosos y cerebrales. Nuestra propia conciencia y consciencia de ser. Esta mañana, en esas pequeñas escenas cotidianas, decían nada más que un hombre camina por la calle, regresa a casa. Te sientes afortunado porque eres lo que eres y porque eres como eres, ganado a pulso, hecho en la naturalidad, hecho en la belleza y en la salvaje oportunidad de vivir, de hacerlo conscientemente, agradecido de un regalo que va siendo merecido con el propio valor de tu existencia, sin grandes declarativos, en el transcurso de

Escribo en la medianoche

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Escribir en la medianoche tiene esas sustanciales delicias de palabras, literaturas que viajan al ritmo de un teclado, a velocidad de quinientas cincuenta pulsaciones, de la mano de un hombre que, intentando desentrañar las melodías de la vida, se encontró con otros paisajes y otras formas. Quise forjar un escritor a mis dieciséis años. Y hoy escribo correos electrónicos, informes, formularios, plantillas, y algún discurso y arenga. Al cabo, debe ser que, por propia elección, ésta es la vida que quise tener. He luchado por ella –por mi propia vida-, posiblemente como un salvaje; buscando incansable la verdad, sin importarme en lo más mínimo si podría compartirla o no. En cualquier caso, encontrar la verdad era harto suficiente para justificar incluso la soledad, suponiendo que ése fuera el precio solicitado. Consideré que lo más inteligente, como dogma de fe a seguir inquebrantablemente, era encontrar la verdad y seguir sus huellas. Y hacerlo del modo más concienzudo posible,

De lo pequeño a lo grande

La vida es un sonido de gaviota a punto de emprender el vuelo.  Una risa, un amor en la azotea, con el alba dibujándose en el fondo. Y, en el intermedio, en los escasos instantes de recreo, una paloma solitaria picotea en la ventana, de espaldas al sol, sintiendo nuestras risas. Que los llantos, los pequeños llantos de los hombres, fallezcan en la hoguera. Que las risas, las pequeñas risas de los hombres, se agranden hasta el infinito y hagan renacer el nuevo día.  El amor son dos flores, desiguales, diferentes, distintas, que saben hacer crecer una espiga en torno suyo. El amor es un calzo en una mesa cuando ésta cojea, una sonrisa a tiempo y a destiempo. El amor es la bravura de los viejos guerreros conducida mansamente como a un cordero. Amoroso es aquél capacitado para amar.  Amarás en otro lo que amas en ti. Si quieres amar sin causar daño, primero ámate, después ama.  Vivir el amor es vivir la desnudez de ti. Nada encontrarás tan poderoso y tan

Preguntas fundamentales

En el instituto de secundaria, que esto fue por un pueblo en el que pasó sus últimos días Francisco de Quevedo, siglos atrás, yo tenía un profe de filosofía, grande, gordo y fuerte. Y además, hablaba muy bien. Gracias al carisma de este buen amigo (fuimos amigos, además de alumno y profesor) me embobaba con sus clases y con sus teorías del mundo, aunque yo seguía mis propios pasos. Me había liado con el Nietzsche, e intentaba comprender conceptos tan abstractos como el que dio origen al título de una de las obras de ese filósofo alemán: de lo apolíneo a lo dionisíaco. ¿De dónde venimos? La filosofía del profe, Don Alfonso Gil, me ayudó más bien poco, nada. Como un objeto decorativo. Don Alfonso no tenía respuestas para las preguntas fundamentales. En una ocasión, a mis dieciséis años, hago la pregunta fundamental de chico fundamental o fundamentalista.  Alfonso ¿existe Dios? La respuesta fue un encogimiento de hombros.  Existen personas que dicen que sí, y personas que dic

Escribir bien

Empiezo por el lenguaje de la prensa. Lenguaje de un medio de comunicación. E incluso lenguaje editorial. Este lenguaje dice hablar sobre la realidad, pero realmente reinventa la realidad. Un ejemplo, escribir sobre rutas y viajes. Es el mundo personal de las palabras y de las fotografías del articulista quien dibuja un perfil, real o irreal, del lugar en cuestión. Según para quién se trabaja, según el color del mercenario, así es el color de las letras de prensa. Trabaja para una revista, tiene que destacar encantos desconocidos del lugar a ver y visitar, pero el problema es cuando el lector no ve nada de lo que sí ha visto el articulista. La realidad de lo visible es, en ocasiones, superada por la realidad reinventada. Un ejemplo, un automóvil en la realidad nunca es tan fabuloso como sí lo es en su presentación publicitaria. Otro ejemplo, nunca personajes como Robin de los Bosques fueron tan heroicos como sí supo dibujarlos el talento creativo de Walter Scott. O muchos de l

Eladio Fernández Gallego

Gracias, amigo, por este libro que hoy has compartido con nosotros en la Casa de Cultura de Terrinches:    Poesías entre viñas y olivares . Gracias por estas palabras que has escrito desde la vivencia y el corazón. Una nueva criatura literaria ha nacido y yo le deseo un prometedor viaje por la imaginación, la inspiración y la lectura.    Eladio Fernández Gallego, autor del libro Poesías entre viñas y olivares ,  dice que no es poeta, que solamente escribe lo que piensa. Pero en algún sentido es impactante su pensamiento, fuera ya de la propia lectura, por el ejemplo personal de superación que transmite. Los beneficios de este último libro son destinados a Aspace Jaén , (Asociación de personas con parálisis cerebral), y a la Asociación Múevete por el Parkinson Jaén y Provincia Ya tuve la oportunidad de leer su anterior libro: Relatos y Poesías de un Terrinchoso . Y no me pasó desapercibida la sencillez con la que aborda esas imágenes recogidas en los paisajes rurales, co