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Mostrando entradas de enero, 2017

El amigo que se fue

Para ti, amigo, que ya te has ido a dormir, tras el viaje de la vida.  Uno para cincuenta, edad de porvenir y fortuna, y  no te dejaron cumplir. Para ti, guerrero infatigable, alma viajera por infinitos mundos. Para ti, el sol sonreirá y las nubes se alejarán por un horizonte de gloria y vidas felizmente terminadas. El ocaso será mañana un nuevo amanecer para ti. No he ido a tu entierro; no tuve fuerzas, me pudieron las ganas de rezarte una oración, aquí, en silencio, con espacios en blanco, intentando comprender porqué te has ido tan pronto. Perdóname amigo, por esta rebeldía que busca comprender en este irracional sinsentido de tu muerte, que los vivos honramos con dolor y con duelo, en esta imprevisible existencia. Gloria, mucha gloria para ti, amigo, que tu alma y tu espíritu sigan teniendo largo vuelo y encuentres las doradas arenas de la paz, gramos minúsculos de Dios esparcidos por el universo de la vida y de la muerte.

Referencias de superación

Tengo una lista larga de agradecimientos que no puedo escribir en un solo día. En los últimos dos meses, no sé muy bien cómo, he hecho una barbaridad de nuevos y buenos amigos. Muchas de estas personas han sido una referencia para superarme y afrontar mejor la salida de un hospital. Hoy me gustaría dar las gracias a todos, en el extenso de la mucha humanidad que sigo viendo por este mundo. Historias reales de personas auténticas. Cuando toca vivirnos trances extraordinarios, que comprometen la vida, surge una óptica más receptiva, quizás más sensible, que nos aproxima a quienes tenemos a nuestro lado. Puede ser la simpatía por otro cuerpo que camina, arrastrando un gotero, por el pasillo de un hospital, con el último grito en camisones, pijamas y zapatillas de abuelo. Un amigo que moviliza el cuerpo dolorido para irse pronto a casa. Un día como otro cualquiera de mis navidades de hospital, por el pasillo me seguía un gotero y un hombre. Velocidad de fórmula 1, el F

Soledad y compañía

La vida de los seres humanos, nuestras vidas, son muy distintas, pero todas tienen una serie de rasgos, grandes rasgos en común. Uno de ellos es que no vivimos solos, no convivimos solos, toda nuestra vida es un contacto permanente, positivo o regular o negativo, entre nosotros y todo el conjunto de las personas con las que interaccionamos en el transcurso de nuestra existencia. Vivir solos. Vivir la soledad. Cuál es la soledad que acompaña a cada ser humano. Qué llamamos o qué entendemos por soledad. Es un tema de fuerte calado, pero en fondo viene a significar (1) la soledad es una condición que nos acompaña al nacer y al morir, nadie nace por nosotros mismos, nadie muere por nosotros (es un sentido más filosófico que real de la vida, pues igual que podemos decir esto, también podemos decir justamente lo contrario, en el sentido de que ni estando solos estamos realmente solos o en soledad). Viene a significar también (2) que nacemos de un hombre y de una mujer y que el hecho

Kilómetro Cero

La propia vivencia con el cáncer, en la forma de un fibrohistiocitoma maligno, me ha presentado dura batalla durante los dos últimos años, con el reciente resultado de una amputación. Frente a la pérdida de una extremidad a la altura del húmero, estoy dando los primeros pasos de encontrarme un muñón donde antes disfrutaba de un brazo y una mano. Soy novato en este nuevo mundo, tanto en el propio de vivirme esta gran aventura, como en el familiar y universal de vivir todas las amputaciones, en plural, de los 30.000 valientes, en cálculos estimados para España, que somos personas amputadas. Mi inexperiencia es total. Muchas acciones cotidianas que antes resultaban simples y fáciles, se han convertido en un ritual de supervivencia y habilidades corporales. El mundo y la vida, vistos desde un nuevo centro de gravedad y nuevos puntos de equilibrio. Cometo errores, torpezas, pero sigo apostando por la autosuperación. Me acostumbro a esta nueva versión de mí mismo que da comienzo en

Aterrizando

Estoy todavía aterrizando, apenas a una semana de haber salido del hospital, dando mis primeros pasos por esta nueva etapa de vida. He superado una formidable batalla y me estoy reencontrando por esta nueva etapa de vida. La batalla ha sido angustiosa e interminable, con un peligroso asesino que estaba escrito en mi ADN, en mis células. Igual que sucede a los investigadores, los médicos y los afectados, también para mí el cáncer es incomprensible y por ahora indescifrable. Todas las pruebas diagnósticas que se han realizado durante mi ingreso hospitalario informan que el cáncer ha desaparecido de mi cuerpo. Lo dice la gammografía, en relación a mis huesos. Lo dice el TAC con contraste, de tórax y abdomen. Lo dicen las cuatro biopsias tomadas las 2 veces que he estado en quirófano. No puedo sino celebrar la feliz noticia, sabiendo que el fibrohistiocitoma maligno se lleva casi al 50 por ciento de las personas que escoge. Esto es la parte buena. Y la parte menos buen