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Mostrando entradas de mayo, 2014

Castillos de naipes

Está en boca de todo el mundo y sirve como excusa para decir un buen puñado de tonterías. ¡¡La criisiiiss, quee vieenee la criiisiiss!! Esto de la crisis y de ver el mundo a lo grande, es decir, vernos a todos juntos, es un disparate tan absurdo y tan tonto como ver al jefe del mundo que todos los días vigila un gran centro de mando, con muchas computadoras y muchos cables y llegamos al cerebro, una sala enorme, con cientos y cientos de cables de muy distintos colores. ¡Oiga, tiene usted ahí un cablecito suelto! ¡Bah, no importa! ¡Oiga que tiene dos! ¡Oiga que tiene siete! ¡Oiga que tiene mil! El cerebro sigue funcionando. En realidad han puesto a un funcionario a escribir chuletillas, en la puerta, que hace creer que el cerebro sigue activo. Es como si la policía de Kansas pide respuesta a una emergencia nacional y el funcionario de la puerta le responde con una nota sobre el horóscopo del día. La crisis que ahora ha surgido, que parece que se ha hecho la r

¿Evolución o involución?

El mundo es maravilloso, excepto en todo lo que guarda relación con nuestra especie. Vivimos en una sociedad demasiado falsa y demasiado hipócrita. Y esto es una razón de que la gente, mucha gente, demasiada gente, hoy vivimos solos, nos sentimos también solos. Nuestro egoísmo nos impide compartir y solamente tenemos ojos para vernos a nosotros mismos y a nuestros propios problemas. Y creemos que conseguir el amor es como ir al supermercado, dame dos kilos de amor y te pago con la tarjeta de crédito visa. La vida auténtica, la vida de verdad, fuera del marco artificial de nuestra especie, no es así. Y por esto, a pesar de sentirnos tan grandes, en realidad no somos nadie. Nuestros elegantes trajes no nos dan eso que el dinero no puede comprar. Espero que algún día podamos comprender esto. Yo hace mucho que dejé de ser idealista. No tengo fe ni tengo esperanza en esta especie. Evolucionaremos, no tengo duda. Sobreviviremos, seguro que sí. Pero a qué terrible coste, cuántos

Mi barrio en Salamanca

Cuando llegué a este apartamento, era un barrio tranquilo, muy tranquilo. Barrio periférico, residencial, de nueva construcción, edificios en su mayoría de tres plantas, amplios espacios ajardinados. Un 50 por ciento de las viviendas deshabitadas. Sin parada del autobús. Y al otro lado de una calle autopista, el cementerio municipal. Y el punto más alto de toda la ciudad, donde corre y sopla el aire, en invierno, en lo alto de una loma, en el noroeste de la ciudad. Era un barrio tranquilo, con poco ruido, donde se podía grabar sin molestias disonantes. Dejó de ser un barrio tranquilo, cuando el Ayuntamiento tuvo la feliz ocurrencia de utilizar la parada que tengo al otro lado de la calle, uno, dos, tres autobuses, a veces al ralentí. La percepción de silencio, sonidos, música, ruidos, ya es otra cosa, desde entonces. Disfruto de cada cosa o situación, en su momento. Si ahora toca parada del autobús, la llevo disfrutando unos buenos meses. De una forma pacífica, me está diciend