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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Sin un manual para vivir

Pienso que ser sinceros o intentar ser veraces, auténticos, hoy no casa con la moda. Hoy vivimos una cultura del espectáculo, de pensar, hablar y opinar, sin criterio y principalmente con un sentido del oportunismo más que de la oportunidad. Vemos, en la calle, o en los medios de comunicación, comportamientos y costumbres que yo creo que son antieducativas y un pobre y feo principio, de partida, para convivir pacíficamente o para fortalecer nuestra sociedad. Creo que ningún tiempo, ninguna etapa de la Historia Humana, se distingue por ser una referencia ideal, o que se aproxime a un ideal cumplido, objetivizado, hecho realidad. Más bien, el gobierno de cómo gobernar nuestras vidas, ha sido, sigue siendo, una materia sin manuales, recetas, fórmulas magistrales. Queda en el ámbito más puramente privado. Es decir, el análisis que uno mismo se haga, de sí y de su propia vida, es un hecho objetivo y subjetivo, que es conforme es cada persona. No existe una ciencia de cómo v

Familias complicadas

¡Qué complejo y complicado y delicado que es el tema de las familias! Joder que sí. Complicado de narices. Más allá de sacar un chiste de todo esto, la verdad es que el tema de la familia viene ya coleando, desde el principio de los tiempos. No tienes más que ver en la familia de Adán y Eva, o en la de Caín y Abel, o en la de Yosef, vendido por sus hermanos al faraón de Egipto. Aberraciones que parecen surgir de los cuentos de los hermanos Grimm y de Andersen, donde una bruja malvada, con un loro, cuida de dos hermanos, obligándoles a rudas tareas. Pues son retratos fidedignos, muchas veces, de la vida real. Es más, la vida real supera, en muchos trazos, a la ficción y a los cuentos. No lo pongo en duda. Cuando hay familias desestructuradas no es labor de uno o de dos el destruir. A veces es tarea de muchos. La violencia llama a la violencia. Lo afín llama a lo afín. Es así. Es como si coges un jersey de lana y vas rompiéndole hilos y tirando de ellos, deshilachas

Personajes de novela

La creación literaria, cuando se vive de verdad, es una auténtica pasión. Cuando estoy dando contenido a un argumento novelado, me imagino a los personajes y a las situaciones, los diálogos, los silencios… Ya llegando al espacio visual veo a los personajes con sus arrugas o su rostro joven, el cabello desaliñado o blanco, la capucha que protege contra la lluvia y el viento o el resoplido de la bestia cuando hacen jornada de viaje. Una parte de esto, la más dinámica, es lo que después queda grabado en una historia, convertida en libro, que conseguirá entretener a su autor y entretener a los lectores que se aproximan a una lectura de unas pocas horas, una siesta y un rato de lectura. Quizás puede ser porque estoy trabajando en contenidos históricos que mis personajes salen con marcadas personalidades. El guerrero es guerrero, el guerrillero te corta el pescuezo antes de que cuentes el tres y el que ha nacido para hacer marinería fluvial, no le busques otro oficio. En