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Yo aún no había nacido

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La última vez que fui feliz ocurrió hace algo más de medio siglo. Yo aún no había nacido. Era solamente una esperanza, un propósito en el futuro, una materia impensada. Hoy se repitió el mismo suceso. Repentinamente, la felicidad entró a mi casa, por la puerta principal. Entró para quedarse o entro yo en ella para quedarme. Quiero ser algo más que un recuerdo en la vida. La felicidad es un nosequé invisible que parece llenar todos los vacíos. Estoy lleno – te dices – pero no sabes de qué sustancia estás lleno. Esto debe ser la felicidad, esa extraña criatura que aparece y desaparece y quisieras retener y no olvidar, guardar en ti como el respirar o latir en la corriente sanguínea de tu cuerpo. Soy feliz, sin saber el qué o el porqué de todo esto, feliz en la plenitud de mis espacios vacíos y de mis puntos en blanco. Feliz por dejar y no dejar de estar suspendido en el columpio infantil de la existencia, sin horario para el juego y el demás mundo de las cosas buenas.