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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Retrato de la humanidad

Si tuviera que hacer un breve retrato de la Humanidad de hoy, diría que somos un niño muy joven, que hemos tenido que estudiar muchos libros, demasiados, en muy poco tiempo, que no hemos acabado todavía de acostumbrarnos al nuevo papel, natural y también artificial, del Hombre contemporáneo que podemos y queremos ser, es decir, encontrar nuestro espacio o nuestro hábitat de verdad, en esta sociedad tan reciente, tan joven, tan cambiante. Mi opinión general, bien, yo respeto y valoro los logros conseguidos en estos últimos siglos, los avances buenos que nos han dejado ver con mejor claridad cómo somos y cómo es el mundo que habitamos y en el cual vivimos. Respeto y valoro la evolución humana, en todas las cosas buenas que ha traído esta evolución, de la misma forma que también expreso mis dudas y mis reticencias a estas nuevas formas de hacer y hacernos la evolución. La vida es una materia muy sensible. Vemos una criatura de gran belleza como el ciervo o el elefante o el león o

Y, entretanto, vivir...

Pensando en qué es la vida, me resulta una ciencia ignota, desconocida, fantástica, maravillosa, también mucho de desigual y a veces cruel, pero sigue siendo fantástica. Y por muchos hechos feos y desagradables que podamos conocer del mundo, los otros hechos, los buenos, los admirables, los que nos dejan buen cuerpo, son también muchos y casi infinitos. Estoy contento, satisfecho con mi vida. Yo creo que me siento satisfecho en una gran proporción favorable a la alegría y a los horizontes que se abren paso en la vida. Pero ese contento sereno y tranquilo o sereno y apasionado, no quita un gramo también de asumir y aceptar los sinsabores que también puede traer o ha traído la vida, mi propia vida. En el mismo sentido, creo tonto dormirme en los laureles y confesarme que ya he vivido todo lo que quería vivir. No sería verdad. Cuando se me acaben las pilas o la cuerda o lo que sea mi motor vital, pues entonces quizás crea que ya no tengo nada por hacer. Entretanto, la vida si

Cohabitar con los demás

El valor, la ética y los valores individuales de cada persona. La experiencia del día a día me enseña que somos las personas, cada uno de nosotros, de uno en uno, quienes damos autenticidad o mentira a la vida. No son necesarios grandes grupos humanos para producir grandes cambios sociales. En absoluto. ¿Qué quiero decir? Quiero decir que la energía que vemos en la vida diaria, es una energía “insuficiente” para tener iniciativa, más aún para mantenerla. La mayoría de las personas y la mayoría de las situaciones de la vida cotidiana limitan o aprisionan nuestra autopercepción y nuestra autoexpresión, de tal modo que parecemos radioreceptores con el volumen apagado. Damos señal, pero no damos sonido. Yo pienso que detrás de las grandes palabras, cuando hablamos con las personas adecuadas, cuando hablamos el mismo lenguaje, existen otras palabras más diáfanas, más sensitivas, que responden a una realidad más viva, más directa, que no necesita de muchas palabras.