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Mostrando entradas de febrero, 2011

Temporada de aceituna

De de la lluvia no pienso hablar. Y no hablaré. Pero me sonrío al escribir estas palabras porque recuerdo a cuatro personas alrededor de un árbol. La pendiente es inclinada, barrizosa, los olivares de mediano a gran tamaño. Unos mantones de 8×15 metros, gelatinosos. Podemos ver también que un hombre (yo mismamente) está clavado, con las botas hundidas en el barro, intentando inútilmente hacer avanzar un mantón, con aceituna. Vemos a otros dos hombres, que están haciendo intento de dejar sus herramientas, para correr a ayudarle. Vemos también a una chica que suelta su vara, para atrapar los pliegues traseros del mantón. Estamos en el paraje que se llama El Charratite, a unos 2 kilómetros, al este de Terrinches. Día de trabajo en un barrizal, fangoso, imposible, que hace que vayas cubierto de barro, de los pies a la cabeza, aceptándolo como un hecho inevitable. La tierra, anegada, cubierta, convertida en un humedal. Temporada de olivar, en El Pardo, en el Campillo, e

Día de los enamorados

Está el camino ancho de la amistad que a veces conduce a un terreno más personal y estrecho. Y, llegados aquí, no es que yo me vuelva más exigente, sino que me vuelvo mucho más entregado. De la misma forma que no comparto la luna y las estrellas con un amigo, con la mujer de quien me enamoro sí que comparto la luna, las estrellas y el conjunto del firmamento. Y claro, aquí también hay que decir que no me enamoro treinta veces por minuto, así como que yo tengo que creer en lo que siento. En la vida humana, se utiliza la palabra amor infinitas veces. Y a saber lo que quiera significar. Qué valoro en una pareja. Pues por ejemplo, para enamorarme de una persona, valoro que todo es tan sencillo y tan fácil que tienes que restregarte los ojos para creer que no estás soñando. Que te dices a ti mismo, cómo es posible que me entienda tan bien con esta persona. Pero eres feliz, y no tiene precio, no tiene parangón ni comparación con nada de este mundo, esa química que desarrollas con la

Un poco de biografía musical

Las cosas musicales no son cosas que un día se enciende la bombilla creativa y te sale algo bueno para compartir con quien pueda estar escuchándote. No creo en los milagros artísticos y creo que tampoco existen los milagros en la música.  Pienso que las cosas son resultado de miles y miles de horas de esfuerzo que finalmente se hacen simples, después de haberse perdido en los infinitos detalles. Aprendí a tocar la guitarra, de oído, y tomando notas sobre un cuaderno donde apuntaba las tonadas a aprender para el día siguiente, comenzando con una rondeña, los campanilleros y una media granaína.  Con toda sinceridad, entonces con mis doce años y muchísimos años después, todas esas cosas me sonaban a solfa, a pesar de que las estás tocando. Yo notaba que a lo mío le faltaba algo, pero no sabía el qué.  Le faltaba la emoción. Todas las falsetas las hacía correctamente, una nota detrás de otra nota, los ligaos y los tiraos y todas las técnicas del pulgar y la guitarra,

Tiempos de crisis

¿Somos malos? ¿Somos buenos? ¿Importa esto a estas alturas? ¿Una pregunta puede tener respuesta con otra pregunta? Lo cierto es que seamos como seamos, dejemos el disfraz de quienes ya hemos sido; de quienes no es inteligente seguir siendo; comencemos a pisar un nuevo suelo, comencemos a preparar el amanecer del mañana que ya está viniendo, asoma por el horizonte del nuevo día. Podemos ya abandonar las frases de siempre; aquellas que dicen que el hombre es un lobo para el hombre (Locke) o el hombre es un cordero para el hombre (Unamuno); podemos pasar la página de Baroja que dijo algo así que si para cambiar el mundo tuviera que hacer llorar el mundo, dejaría al mundo tal y como está. Podemos olvidar a Rousseau y la bondad natural en el ser humano; y yo creo que incluso podemos pasar la página de Kropotkin, el sabio “anarquista” que propugnaba el apoyo mutuo. ¿Por qué podemos cerrar todos los libros? Porque se han quedado desfasados e inadaptados conforme al tiem