Navidades tranquilas

Cuando en días como hoy – o cualquier día – nos lamentamos porque nuestra cesta de navidad estuvo delgada, porque papa nöel no nos ha traído el ultimísimo modelo de teléfono inteligente, me pongo en la situación de las miles de formas diferentes de transcurrir unas fiestas.

Y no hay formas mejores o peores. Sigue siendo un momento especial, dáme igual si es el hemisferio norte o en el sur, en los trópicos o en los polos, tirando petardos o pasando la noche entre animales salvajes.

Es curioso lo de las fiestas. Bueno, es curiosa la supuesta cultura televisiva que hoy poseemos, que sabemos de todo y que nada ya nos sorprende porque ya lo hemos visto en televisión.

Con mis respetos para la televisión y para todas esas fiestas donde todos hacemos lo mismo y al mismo tiempo, en las mismas horas, minutos y segundos, montarse la fiesta es algo que no tiene porqué ser lo mismo para un aborigen australiano, un siberiano, un islandés y un patagónico. Y todas son buenas formas de montarse la fiesta, siempre que no se haga daño.

Cualquier persona normal y corriente, podemos vernos abocados a navidades intranquilas cuando la realidad es que queremos navidades pacíficas, relajadas y tranquilas.