Conocernos las personas

Yo no sé en qué proporción está la mentira con la verdad, ni el número de personas mentirosas y el número de personas verdaderas. Pero sigue habiendo de todo. Y conocer a una mala persona, es o puede ser un problema. Y conocer a una buena persona, es un motivo de felicidad.

Las buenas personas. Fuera del marco moralista, una buena persona es alguien que no te hará nunca daño. No es alguien doctrinal y dogmático que se siente buena persona porque se lo dijo el catecismo o porque se lo enseñaron en la escuela. La bondad o la maldad la llevas en tu propio corazón. Te ayudará la educación que te han dado pero seguirá siendo tu naturaleza quien dirigirá tu ética o moral.

Nobleza de carácter. Valentía de ser. Ese fondo también puede verse en unos primeros pasos de conocer a una persona.

Comienzo a relacionarme con una persona de nobles y buenas cualidades humanas, una persona de verdad, verdadera. En mi cerebro, yo no tengo ni idea del futuro que compartiré con esa persona, pero sí tengo ya una puerta abierta que me abre un horizonte de camino, basado principalmente en el hecho que, sea cual sea la relación que yo tenga con esa persona, será algo bueno, algo que dure lo que dure, siempre será recordado con la misma humanidad que me abrió la puerta, en mi cerebro, para relacionarme.

Yo no busco la química cerebral con nadie. Si aparece, la disfruto y la celebro, pero no voy con ninguna idea predeterminada ni tampoco con ningún deseo de encontrarme a una persona afín, con quien puedo dialogar y comunicar esos caminos de pensar o de ser.

Y es cuando aparece de verdad, cuando aparece sin ser forzada, sin ser invitada, sin ser esperada, cuando resulta curioso el darse cuenta de la buena sorpresa que significa el tener química cerebral con una persona, o sea, por ejemplo, el hecho tan básico de hablar, de hablar de tus propias cosas, de hablar de cosas que las piensas un momento y dices “anda si yo así”, tan directo, tan profundo, no hablo habitualmente, pero te das cuenta que, por esa curiosidad o casualidad, con esa persona sí estás viéndote hablando en esos niveles o grados de percepción.

Es un proceso muy interesante. Conocer a una persona es, siempre, un proceso muy interesante. Pero no exento de riesgos, en la actualidad y en cualquier momento histórico de la Humanidad.

Estaría muy bien el decir que todas las criaturas humanas somos buena gente, gente de paz, gente de respeto, gente con integridad. Pero no es verdad. No es verdad para estos tiempos actuales y prácticamente para ningún tiempo del ser humano.

Creemos que tenemos una mínima idea sobre con quién nos relacionamos, pero no nos conocemos de nada. Vamos con la presunción de inocencia por todas partes, pero puedes encontrarte a una persona como puedes encontrarte a un aprendiz de monstruo o encontrarte a alguien que ya ha alcanzado la maestría en las monstruosidades que desgraciadamente vienen siendo una costumbre en nuestra especie humana.

Las personas somos maravillosas. Conocernos es una fuente de aprendizaje, pero cuidado, no siempre somos buenos. Por ejemplo, somos gregarios. Hoy amo a los alemanes, pero mañana me encuentro, disparando contra ellos, en una guerra mundial, pasan a ser mis enemigos. Les mato en nombre de una idea o les mato porque me lo ordenan mis gobernantes. Y mis conciudadanos, todos, vociferan que no hay que dejar ni uno. Los seres humanos, cuando pillamos el camino de la guerra, tardamos en pararnos. Y no nos damos cuenta que la guerra solamente trae destrucción, sufrimiento y volver a comenzar de nuevo, sobre las ruinas y las vidas destrozadas.

Conocer a una persona es un proceso apasionante, emocionante, maravilloso, pero no está exento de riesgos.

Se han salvado los obstáculos iniciales. Has tenido la suerte de no tropezarte con una mala persona y has tenido la suerte de tropezarte con una persona pacífica, buena y sincera. Es entonces cuando podemos decir que comienza de verdad la comunicación. Y llegar a este punto de partida, no sucede todas las veces. Puedes, en ocasiones, estar creyendo que vas conociendo a una persona, durante meses, cuando en realidad te está montando una película que no responde a la realidad.

Conoces a una persona, ves que empatizas, que tienes cosas en común, te alegra continuar conociendo más y mejor a esta persona. Qué sucederá entre vosotros, no lo sabes, pero respetas estos valiosos comienzos, estos importantes primeros pasos.

Cuando se respetan estos comienzos, se respeta todo lo siguiente. Y el hecho básico es que la relación y la intercomunicación que comienza no es problemática, no es conflictiva, no es mala, no es desagradable, no lleva trampas dentro que se accionan en el futuro. Es un camino limpio, despejado.