¿Soledad o compañía?

Me hago esta pregunta. Qué quiero yo de mi vida. Me respondo. Quiero lo que ya soy y lo que ya tengo, continuar y progresar. Es decir, así como hace veinte años hubiera hecho cualquier cosa en nombre del amor idealizado, me hubiera ido a cualquier continente o país, hoy no cambiaría mi vida en nombre del amor, pues si es buen amor, es más para mi vida. No me embarcaría en aventuras difíciles o imposibles o desconocidas. Y esto no es porque yo me he hecho más conformista o menos rebelde, sino es porque me he hecho un poco más práctico, un poco más realista.

Es decir, creo que he ganado en claridad de ideas.

Pienso que lo primero es el sentido personal que uno descubre en la vida. Y después es la vida en pareja si se tiene que producir. Quiero decir, primero está el sentido vital de tu propia vida. Y después, ya entramos a si quieres o necesitas encontrar una pareja y quién es o puede ser esa persona. Pero en primer lugar es cómo arreglar las cosas en casa, arreglar primero las cosas dentro de tu propio corazón. Y ya hecho esto, puedes ir a visitar otro corazón, pero no antes de que tu corazón esté pleno, lleno de vida.
  
Yo sé que soy más vulnerable en el espacio íntimo, pero creo que yo y todas las personas somos así, más vulnerables. Eso es justamente el valor de confiar en una persona, si queremos está ahí justamente el valor de arriesgar, de arriesgarte con una persona.

Hay veces que no es posible escoger, que las circunstancias son tan desfavorables que apenas nada se puede hacer. O es muy poco lo que se puede hacer. Son instantes de resistir y de poco más.

Yo creo que nadie en esos instantes está preparado para hacerse la pregunta de si quiere vivir en pareja, que creo que es la primera pregunta a hacerse, antes de preguntarse que con quién.

Hace cien años, quizás todo era más pobre y más austero, pero la gente sobrevivía con más facilidad que lo hace en los tiempos actuales.

Los tiempos actuales son supuestamente de mucha abundancia pero son también tiempos de gran desigualdad, incluso en los países más altamente desarrollados y de aquellos que gozan de un mayor número de derechos civiles, con servicios sociales avanzados.

Está muy bien y suena muy bonito eso del amor y de vivir en pareja, pero la cuestión es otra. En este mundo, o existen fuentes de vida o date literalmente por muerto. La fuente normal de adquirir estas fuentes de vida es a través de un trabajo. Las fuentes anormales son otras, pero la gente honrada, la gente pacífica, la gente que no sabe defraudar, puramente tiene una única vía, la vía del trabajo.

Hace cincuenta años, hace cien años, sin existir los servicios sociales que hoy existen, era más fácil sobrevivir que lo es en la actualidad. En la actualidad es más difícil. Y esto significa que el tema de cuáles son o cómo son esas fuentes de vida, desde mi punto de vista creo que es determinante en la posibilidad o imposibilidad de desarrollar una pareja.

Quizás mis planteamientos son equivocados. E incluso mis planteamientos eran diferentes hace unos años. Es decir, creía en aquello de pan y cebolla y que basta el amor de un hombre y de una mujer para unirlos. Pero esto queda bien cuando hablamos de sociedades libres. Y no es precisamente lo que tenemos, ni en España ni tampoco en otros muchos países del mundo. Eso de que somos hombres y mujeres libres es muy discutible.

En fin, la gran pregunta de qué quiere uno hacer en la vida o qué quiere uno vivirse en la vida. Hay veces que no es posible decidir, que las propias circunstancias ya vienen decididas.
  
Las circunstancias son determinantes. Hay cosas que para qué pensarlas, por imprácticas e ilógicas. No le pidas por ejemplo a un cojo que participe en unas olimpíadas. En todo caso, si se pone muy obstinado, podrá participar en unas paraolimpíadas.

Si las circunstancias te pueden, entonces no hay nada que hacer. Esperar, resistir, llámesele como se le llame.

Cambian las circunstancias, tienes capacidad de conducir tu presente y dirigir tu futuro, entonces está bien, estás teniendo una vida propia y, además, ahora sí, puedes plantearte si quieres vivir solo o quieres vivir en pareja.

Cuando pasas por un mal trago prolongado que te deja el estrés metido en el estómago, el primer amor se manifiesta hacia ti mismo, en las palabras que te dices a diario: “lucha por sobrevivir, prométeme que el sentido de la vida es éste que ahora te digo, el de tener salud que es lo primero de todo, y después el intentar llegar a viejo. No te contentes con terminar tu vida antes de tiempo. Llega a viejo, por favor, te dices, mentalmente dándote fuerzas para saber sobrellevar un nuevo día, un nuevo día de incertidumbre.
  
Las dificultades no me han vencido. Creo que gracias a las dificultades, me he hecho más fuerte. Y también gracias a las dificultades ha aumentado mi claridad de ideas y la definición de cuáles son y cómo son mis metas personales y cómo me quiero vivir la vida.

Y respondiéndome a mí mismo a la pregunta de si quiero vivir solo o quiero vivir en compañía, yo creo que la pregunta no tiene verdadero interés en tanto que la respuesta no está únicamente en mí. Quiero decir, yo no controlo el universo ni tampoco controlo el futuro. Por tanto, si algo tiene que producirse, se producirá. 

Me he ido dando cuenta, por experiencia directa de la vida, que igual que soy abierto con una serie de comportamientos, existen otros que no los acepto bajo ninguna forma, disfraz o circunstancia. He sido un buen hombre toda mi vida y he sido tolerante al máximo con todos los comportamientos y con todas las personas que hacían cosas raras o cosas poco inteligentes. Hoy no acepto este tipo de cosas. Y no lo acepto no porque me haya vuelto más cerrado sino porque mi conciencia me lo impide. Y al hablar de mi conciencia, hablo también de mi cuerpo, por ejemplo de mi estómago.

Hoy no acepto según qué comportamientos que sí quizás he sido tolerante con ellos en mi pasado vital. Hoy no aceptaría muchos de esos comportamientos, les pondría rápidamente un punto final. Hoy creo que dos personas que viven juntas, lo hacen porque se aman de verdad, porque confían mutuamente de verdad y porque están dispuestos a hacer crecer un proyecto común de vida y de convivencia. Son compañeros de vida. Esto significa unas reglas de juego, que no se escriben en ningún papel pero que se llevan grabadas en el corazón. La primera de ellas es la sinceridad, la verdad. 

Por esto, acepto con confianza este momento, que no sé si viviré solo o acompañado en la vida. No lo sé, pero carece de importancia, pues creo que igual que lo que yo siento dentro de mí, estoy seguro que otra persona lo sentirá. Y entonces todo será normal, fácil, sencillo. Yo no tengo necesidad de romperme la cabeza para pensar en estas cosas porque creo que el propio destino de la vida y la dirección que uno mismo escoge, también de forma inconsciente, nos va trazando el camino.