Tiempos de crisis
¿Somos malos?
¿Somos buenos?
¿Importa esto a estas alturas?
¿Una pregunta puede tener respuesta con otra pregunta?
Lo cierto es que seamos como seamos, dejemos el disfraz de quienes ya hemos sido; de quienes no es inteligente seguir siendo; comencemos a pisar un nuevo suelo, comencemos a preparar el amanecer del mañana que ya está viniendo, asoma por el horizonte del nuevo día.
Podemos ya abandonar las frases de siempre; aquellas que dicen que el hombre es un lobo para el hombre (Locke) o el hombre es un cordero para el hombre (Unamuno); podemos pasar la página de Baroja que dijo algo así que si para cambiar el mundo tuviera que hacer llorar el mundo, dejaría al mundo tal y como está.
Podemos olvidar a Rousseau y la bondad natural en el ser humano; y yo creo que incluso podemos pasar la página de Kropotkin, el sabio “anarquista” que propugnaba el apoyo mutuo.
¿Por qué podemos cerrar todos los libros? Porque se han quedado desfasados e inadaptados conforme al tiempo que estamos viviendo; el tiempo va por delante de nuestra ciencia; los cambios espontáneos que están sucediendo en este planeta, van por delante de la respuesta del conjunto del sistema político-económico-cultural.
Cómo son los cambios espontáneos que están ocurriendo: para reflexionar; son cambios contundentes y puede que el mundo que hoy conocemos y el que podamos conocer dentro de diez años nos parezca que ha pasado otro medio siglo o un siglo entero, de lo rápido que posiblemente puede irnos la vida y todas las cosas que hoy forman nuestras costumbres y nuestro mundo.
Los tiempos que vivimos sin inseguros e inciertos, pero, en mi opinión, son el mejor tiempo de toda la Humanidad; para mi gusto, paso olímpicamente de haber vivido otro tiempo anterior en vez y lugar de vivir éste que estoy viviendo.
No me seduce la idea de ser gladiador en Roma, siervo en el feudalismo, pícaro en el barroco, o negro en el siglo diecinueve.
A mí me parece estupendo que un tipo como Alejandro Magno, o Hitler, o Napoleón, o tantos y tantos otros, quisieran ser inmortales, pero joder, no a costa de la vida de nosotros los mortales, porque tenemos una; no tenemos siete vidas como los gatos; una solamente; y es irrecuperable; y esto es lo que hay; ¿cómo es posible pasarse la vida de otros por el ojete del trasero?: hay gente pa tó, como dice el “torero” Francisco Rivera.
Tiempos inseguros e inciertos; nosotros, en España, hemos disfrutado de un lugar privilegiado; somos así de afortunados.
Por una guerra civil entre nosotros, nos evitamos entrar en una guerra tan horrible o peor; después nos rescatan los americanos con dólares (plan marshall) y los europeos del norte con sus divisas y su turismo, gracias al cual nosotros, gentes hambrientas y sin futuro, conocemos un principio de prosperidad, década de 1960 y 1970; y se muere nuestro Paco; se ha muerto el caudillo; españoles; franco ha muerto, dijo todo serio Arias Navarro, por la televisión; y una transición que la llaman modélica; ya somos demócratas, hale que bien, vivamos España y los españoles, demócratas en cuatro días, como si esto es darnos una papeleta de rifa, te ha tocado, tú, demócrata; ¿yo demócrata?¿qué es eso?.
Una España que fabrica una democracia, 1978; tranquilo, esto se va a acabar porque va a venir algún listo, que aplicará de nuevo la Ley de Murphy; ya llegó; hemos entrado en la UE; no éramos nadie pero ahora somos menos nadie, nos desmantelamos para no entrar en competencia, danos dinero Europa; los Fondos de la UE han sido junto con el turismo el soporte vital de nuestra economía; y, además la economía sumergida, el dinero negro, como muy bien apuntaba hace ya muchos años, en tiempos de Felipe González, el Financial Times.
España ha tenido un ejemplo más de lo que sucede con las experiencias democráticas; en unos pocos años se ha perdido la juventud, el entusiasmo, la vitalidad y la ilusión; lo que más revienta es que los vencedores, aún venciendo con su mediocridad y mentira, proclaman a los cuatro vientos sus victorias.
Los vencedores son siempre quienes cuentan la historia, que no los vencidos.
Miremos donde miremos, vemos que los nuevos cambios no prometen ni garantizan una humanidad mejor, sino una humanidad más acosada y presionada; si miramos a las nuevas repúblicas de la antigua unión soviética no vemos que sea precisamente un punto de diálogo; si miramos todo el norte de África, no es desde luego un ejemplo modelo a seguir; y si miramos el desastre continental de África, nos quedamos con temblor en las piernas, de tamaño desastre.
Ha sido sobre todo esta crisis de desempleo y de economía la que nos ha hecho abrir los ojos; yo lo estoy viendo con toda persona con la que me encuentro en la calle; veo el miedo reflejado en sus ojos, un miedo que antes no existía; el miedo del que comienza a saberse vulnerable y débil; el miedo que en absoluto reinaba cuando decíamos ser la novena potencia mundial en Producto Interior Bruto.