Educación, hermosa palabra
Qué es la Educación para mí. Es amar la paz, amar la libertad, amar la convivencia inteligente de todas las criaturas que vivimos en esta tierra.
Educación es esto, pero no son estas filosóficas palabras; la educación no es una enseñanza teórica; la educación es práctica o es nada.
Educación no es expresarse bien, tener una buena retórica, estudios universitarios, cultura; no es esto; la educación es más básica que todo esto, pero no por ser más sencilla y más básica es tema de no prestarle la debida atención, porque en realidad somos lo que queremos ser, es decir, cada uno tenemos la educación que queremos tener; y por tanto, cada uno somos responsables de nuestra propia educación.
Yo no le puedo pedir a un niño de siete años que tenga educación; en primer lugar porque es un niño y no tiene porqué aprender la educación que comenzamos a aprender en nuestros principios adultos, cuando nos salen los primeros pelillos y el acné. Cada edad tiene su tiempo, de jugar, de vivir lo que esa edad es lógico y natural de vivir.
Si hablamos de educación, existe una edad que lo deja claro, 18 años, mayoría de edad, dónde está la educación que viene a partir de ahora; hemos sido niñas y niños que hemos estado con otras niñas y niños, en escuelas; ahora ya somos mayores de edad, dónde está nuestra educación. O más aún, dónde está la educación de los que ahora tienen 30, 40, 50, 60 y 70 años; dónde.
Si yo soy un hombre de 18 años, no puedo dejarme enseñar por esas mentes, sin ninguna educación, que me llevan veinte, treinta, cuarenta años, pero que parece que han aprendido absolutamente nada; si eran gentes sin educación, en esta edad de dieciocho que yo ahora virtualmente tengo, treinta años más tarde siguen siendo igual o peores que ya eran; irremediables; gente que con una mano coge las recompensas inmerecidas y con la otra cierra sus puertas; avaros, egoístas, que acaban muriéndose en panteones, a veces ocupando algunas líneas de periódicos, poco más; la falta de educación, individual y colectiva, es, quizás, el mayor conflicto que hoy vivimos.
No podemos pedir a los niños que tengan educación, si nosotros no la tenemos; no podemos pedir a nuestros jóvenes que no rompan cristales o hagan grafittis, si nosotros no tenemos una educación auténtica que poder compartir con ellos.
Yo veo dos géneros de educación; la que recibes y la que tú mismo te das, de forma autodidacta; una persona que no quiera educarse a sí mismo, olvídate de ponerle muchos libros delante porque seguirá siendo una persona necia o perversa, toda su vida; ha optado por el camino de no tener educación, aunque sí pueda fingir y hacernos creer que la tiene.
Para mí educación no son las formas y ornamentos, los decorados; esto son periferias de la educación, pero la educación verdadera está asentada más profundamente en el carácter o personalidad de cada uno de nosotros; si no tienes personalidad propia, olvídate de tener educación; eres una hoja llevada por el viento y una hoja no sabe qué es eso que se llama educación.
¿Y contra el viento?
Educación, educación, educación. Incesantemente, educación.