Herramientas para el arte
¿Hago ahora Arte?: no
¿Haré?: sí. ¿Cuándo?: pronto, estoy en ello.
¿He hecho Arte?: psssh, según que yo entienda por hacer Arte.
¿Cuáles son mis herramientas para hacer o fabricar arte?
La voz
Los sonidos
El ritmo y el compás
El duende, cuando existe
La palabra: la palabra de otros y la mía propia
La cuerda, la madera y la caja de resonancia
El micrófono y el sistema de almacenaje del sonido y conversión en cd y maqueta o composición musical.
El cuerpo
El movimiento del cuerpo
El movimiento del cuerpo asociado a la energía del cuerpo y su expresión en emociones, cuántas, con qué intensidad y cuáles emociones
La energía
La actitud específica y la actitud vital
Y éstas todas son mis herramientas.
Con estas herramientas tengo algunos proyectos creativos que quiero verlos en primer modelo y ya, una vez vista la primera composición, me haré una idea concreta de qué quiero profundizar de esas cosas que ya he realizado a ese momento.
Son pocos; quiero poco y bueno; no me quiero dispersar ni difuminar en muchas cosas; lo que tengo, lo tengo ya preparado para ponerme a trabajar en el concreto y dejar terminado el producto; después ya podré matizar y ponerle peros y pegas y críticas y verle mejoras, pero tengo un profundo deseo por ver la base; es más, me ilusiona porque tengo una relativa fe o certeza que hay cosas novedosas e interesantes, con un punto de frescura, de sabor a algo nuevo o inédito.
No voy con ánimo de hacer nada nuevo, pero por mi personalidad y por los ensayos y pruebas que he trabajado, veo que entro a puntos interesantes, porque yo les veo puntos un poco abandonados, que no les viene mal que reciban un nuevo impulso vital. Yo creo que podrá verse todo esto que ahora escribo, ese puñado de proyectos creativos que quiero sacar a la luz, sacar de dentro de mí y dejarlos convertidos en un producto, un algo terminado.
Entre otras, quiero componer música antigua.
¿Qué entiendo por música antigua? Qué complicado. Distintos palos. Para mí es música antigua la música de fragua, el ruido del hierro y una voz quebrada cantando; la emoción y el compás hecho uno, viajando en un todo que llena las vísceras del oyente o de la oyente.
No quiero decir con esto que mi música te da ganas de ir al váter, porque te mueve las vísceras, mejor dicho; quiero que sea una música que despierta el alma, pero con suavidad, donde la mente viaja sin esfuerzo.
Tengo otros trabajos más personales, más experimentales, que me apetece más de hacer, ritmos de blues, cantos negros, así como una música por la que siento viva pasión, que es la música de los musicales, de los de dibujos animados, de los de trompeta y bajo y saxo y que los escuchas y a los pocos segundos se te mueven los pies porque te entran ganas de bailar.
Estos trabajos son mucho más difíciles; quiero decir, yo pongo la cuerda, yo pongo la voz, yo pongo la percusión con posterioridad, gracias a los medios digitales, no puedo en todo este jaleo a lo tipo mike oldfield, el concentrarme en conseguir preciosismos con la voz que me exigen total concentración si tengo que estar en tres o cuatro sitios a la vez; tengo aquí algunos ritmos de cuerda que me gustan mucho, algunos tipo western, como música de viaje, que te la pones al volante y te da vida y te da marcha, pero no te agobia; tengo también trabajo de silbos tipo western unido a voz; y en fin, hay una serie de cosas, ya entrando en el terreno experimental, puramente musical, que tengo muchas ganas de verlas concretarse, hacerse, escucharlas.
En lo que es la parte de movimiento corporal, me gusta trabajar el movimiento del cuerpo unido a la meditación o concentración activa; trabajo el equilibrio; la música convertida en el silencio del cuerpo; es una matemática que me sería difícil explicar, pero que, al recibir el impulso de la música, toma vida y se hace natural; no sabría cómo explicarlo de una forma concreta y precisa; lo que sí puedo explicar es que se trata de todo un catálogo de movimientos o más exactamente micromovimientos, cuyo objetivo es mover todo el cuerpo, pero hacerlo en una forma comprensible y adecuada para el cuerpo.
Es decir, un conjunto de micromovimientos donde llevas por decir por ejemplo una hora y en vez de sentirte cansado resulta que me encuentro mucho mejor que al principio, revitalizado.
Esto en el espacio de micromovimientos; donde también hay mucho de energía porque es también un espacio que trabajo a diario; el espacio de la energía asociada al movimiento; yo no practico propiamente artes marciales, en el sentido de romper ladrillos o de subir por el tronco de los árboles como sí hacen los monjes shaolín; yo hago otra cosa, que también podría definirse como arte marcial, pero que está a medio camino entre la danza de la guerra y la danza de la naturaleza.
Cuando hago ejercicios de este tipo de danzas, puede ser con las manos desnudas o puede ser con palos en las manos, los movimientos son toda una escenografía donde la técnica no es el puro movimiento o la estética del movimiento o la emoción implícita en la danza sino algo indefinible, interior, que no sabría cómo explicarlo; en cada cultura lo llaman de una forma distinta; sería esa energía que dicen chi o dicen ki o se llame como se llame; es la energía que puede significar que cierres los ojos y veas el objeto; o que des un salto de 360 grados sin ningún esfuerzo; un conjunto de ejercicios y técnicas que las define muy bien una frase del maestro de kung fú que hemos conocido por las películas: bruce lee.
Tiene un anuncio del agua donde dice que te hagas uno con el agua; y en realidad las artes marciales son esto; por ejemplo, cuando el guerrero atrapa en sus manos la espada, ésta no es un objeto aislado de sus brazos sino que el guerrero y la espada son uno; y cierra los ojos y ve todos los puntos que debe golpear; y siente una renovada fuerza en su interior, pero no sabe de dónde le surge o sí lo sabe; y por esto practica con tesón esa danza interna de la guerra.
La danza de la naturaleza es otro espacio; se parece a la danza de la guerra, pero no tiene nada que ver; la danza de la naturaleza es una danza multicolor; es la danza de los animales; es la danza de los pájaros.
Estos espacios escénicos no son coreografías; es un espacio de libre creación, espontáneo; la coreografía es otra cosa más elaborada; puede hacerse espontánea también; pero el caso viene a ser que el baile no tiene un lenguaje secreto, pero sí tiene un lenguaje universal y llega a todas las criaturas; habla por sí.
La verdad, llevo años haciendo todo eso, pero ha tenido que ser en la soledad creativa de un pueblo donde, por azar, descubres que lo que tú haces también le gusta a muchas más criaturas; cuánto les gusta; les gusta mucho; me piden todos los días marcha mucha marcha. Y a mí como me gusta, doy la marcha que me viene por el cuerpo; y el aprendizaje es mutuo; y los maestros son realmente excepcionales; un mirlo, un gorrión, todos los pájaros que acuden de espectadores cuando suena música en mi terraza. Mis respetos por todos ellos, porque ellos sí hacen arte las 24 horas del día y lo hacen con una sencillez que merece mi amor, respeto y admiración. Ellos sí que valen.