Contradicciones

Analizar la vida es un ejercicio apasionante y patético al mismo tiempo. Muchas personas creen que solamente vivimos por los rasgos que expresa todo aquello que es visible fuera de nosotros; la forma de nuestro cuerpo que se maquilla, viste, disfraza, colorea; la forma de nuestras palabras, su tono, su timbre, su longitud y cadencia y su contenido expresivo; o la de nuestros hechos.

Pensamos que es invisible lo que sucede dentro de nuestras mentes; pensamos que nuestros pensamientos quedan a resguardo de las demás personas; y no es así.

Por esto, con tanta alegría pensamos unas cosas, decimos otras y hacemos otras distintas, viviendo en una continua distorsión que nos exige un diario reequilibrar, sabiéndonos dentro de la contradicción.

Fuera de poesías y de canciones, porque la palabra contradicción me lleva al espacio musical del buen colega Joaquín Sabina, cuando le canta al subcomandante Marcos y le dice que vivimos en tiempos iscariotes donde cabalgamos sobre la contradicción; Sabina es un hombre que sabe encontrar las palabras precisas.

Contradicción, desde mi punto de vista, es una palabra que nos lleva mucho más lejos que una canción dedicatoria a un hombre que por desgracia tiene que esconderse en la selva Lacandona.

Contradicción; para mí la palabra me lleva al origen, al principio, la génesis, el cómo y porqué los humanos estamos aquí.

Yo soy de los que pensamos que nos la trae floja si la tierra es redonda o es triangular, si el sol es una estrella enana o es una estrella gigante, si la ciencia tiene laureles o tiene pimienta; nos da exactamente igual; a nosotros nos importa levantarnos por la mañana en las chozas que habitamos, y que quienes estemos sepamos que somos hombres; qué es ser hombres; es una mosquetería, es el uno para todos y el todo para uno; y quien esto no lo entiende, entonces es que no ha entendido nada.

Pensamos y decimos y hacemos, pero no se nos descolocan ni los pensamientos ni decires ni haceres; somos uno; ¿contradicciones? Por supuesto como todo el mundo; pero no en los espacios fundamentales de la vida.

¿Posible esta coherencia entre pensar, decir, hacer? Yo pienso que sí; si se quiere, sí es posible; pero indudablemente, hay que querer; tener la voluntad de ser así; cada uno somos como queremos ser (y como nos dejan, diría Tamara).