Noche de San Juan
Noche de San Juan; qué gran noche; noche mágica; recuerdos de esta noche, una hoguera, en mitad de una calle, una cafetería barroca, junto a la plaza mayor de Salamanca, un grupo de supuestos brujos y brujas, deseando suerte y amor y felicidad para todo el mundo.
La noche de San Juan me hace recordar también a washington irving, en cuentos de la alhambra, muchos de ellos referidos a hechos singulares o mágicos que suceden en Granada, a propósito de esta noche.
Es una buena noche para hablar de temas “mágicos” o irracionales.
Yo creo que con eso que se llama magia hay que tener el mismo cuidado que podemos tener con cualquier actividad de la vida; no ser unos bandarras y unos cafres, sino actuar con un poco de sentido común, responsabilidad e inteligencia.
En las sociedades primitivas, magia y vida cotidiana eran casi una misma cosa indiferenciable; todo lo que se suponía no científico, se ha desterrado de nuestra vida social.
Sin embargo, en las últimas décadas ha proliferado el sector editorial, de la comunicación; tenemos información de todo o casi todo y mucha información; también sobre temas supuestamente irracionales.
Este exceso de información, mucha de ella deformada, otra perversa, ha llevado a multitud de desequilibrios y anomalías psicoafectivas, dejando a personas destrozadas y sin recursos psicológicos; me manifiesto totalmente en contra del mal uso de eso que se llama magia y que no es sino el deseo intuitivo que las personas tenemos; es decir, cuando una persona desea daño a otra, con intensidad, si utiliza las técnicas necesarias, puede conllevar el hacer daño o perjuicio; no es magia; son capacidades mentales; ahora bien, quien realiza tales actos paga un duro precio; y muchas veces no se sale con su propósito sino con todo lo contrario; en realidad es un juego de energía, de energía psicoemocional, que es algo invisible, incomprensible desde nuestra mentalidad de seres humanos del siglo XXI, pero netamente comprensibles para un chamán o para una persona que conozca los mecanismos internos de la naturaleza humana.
No he conocido nunca ningún mago, maga, brujo o bruja; sí he conocido a personas que dicen serlo; tampoco he conocido nunca a ningún chamán que dijera serlo, ni gurú alguno ni gente de ésa llámese misteriosa; ninguno; los que he conocido son personas que bien están buscando sin saber exactamente qué es lo que están buscando.
Por principio me resulta una tarea enfermiza el consultar los signos para tomar una u otra decisión; si acaso tienes que consultar con algo o alguien, consulta contigo mismo, en tu interior, donde encontrarás todas las respuestas que necesitas.
Ningún autor de temas irracionales me ha calado tan hondo y profundo como Carlos Castaneda; ninguno.
Ningún autor creo que ha sabido reflejar la realidad del ser humano, con tanto acierto y meticulosidad como sí fue capaz de hacerlo Carlos Castaneda, allí por la década de los sesenta o setenta; un autor de culto por aquellas fechas.
Su primer libro: Las enseñanzas de Don Juan.
Incomprensible o no; indescifrable o no; un libro que te deja o no te deja; las palabras que yo necesitaba conocer, las encontré en ese primer libro de Castaneda.
Castaneda fue un hombre misterioso; ni siquiera se sabe con certeza su muerte. Dice la biografía de este autor que era antropólogo, de origen latino, que residía en EEUU. Durante la realización de su tesis doctoral, que versaba sobre el uso de psicotrópicos en comunidades del noroeste de méxico, en el desierto de sonora, encontróse con un indio de la etnia yaqui, Don Juan, que cambió radicalmente la percepción del mundo y de sí mismo, de Carlos Castaneda.
El libro es un recorrido por las sensaciones y percepciones del autor, en sus encuentros con el indio Juan Matus, de la etnia yaqui; la única etnia que fue capaz de resistir la colonización de los españoles.
Desde mi punto de vista, el libro tiene muchos atractivos, diferentes según cada persona, pero uno de ellos es la conceptualización de manifestaciones muy difíciles de expresar en palabras; y Castaneda, desde mi punto de vista, consigue una precisión singular, única.
Otro atractivo es la claridad de los conceptos; por ejemplo, Castaneda no habla del aura; le importa un pito el aura, si emitimos una energía que expresa determinados colores según nuestro estado de ánimo; Castaneda profundiza, nos define como huevos luminosos; un concepto radical, nuevo; ser huevos luminosos, huevos de luz.
Castaneda se atreve a explorar y adentrarse en la irracionalidad, de una forma completamente razonable, que no deja indiferente.
Utiliza un universo propio de palabras, de difícil definición: tonal, nagual, primera y segunda atención, acechar, el espíritu del águila, impecabilidad, implacabilidad, huevos lumínicos, el punto de encaje, tensegridad, etcétera, un verdadero cosmos de palabras que reflejan una realidad interna del ser humano y unas capacidades inexploradas; un reto que va más lejos de la pura literatura de un libro que se convirtió en best seller hará unos cuarenta o cincuenta años.
En fin, como decía, hoy es la noche de San Juan. Una buena noche para vivir momentos “mágicos” o irracionales.