De amor y amores
Creo que podría escribir cien o mil páginas del amor y no emplear la palabra mujer o la palabra hombre. Creo que el hecho del amor y del amar no es tan drástico de ver como muchas veces lo vemos desde la perspectiva de hombre-mujer.
Le damos al amor toda una corte de aditivos sin los cuales parece que el amor no cumple su realidad de amor. Parece que el novio tiene que entregar un ramo de flores a la novia y ella tiene que ir de blanco al altar, en una boda con campana, arroz e invitados. Parece que es la existencia de esos momentos la que conforma el amor, cuando en realidad no son sino uno de tantos signos o circunstancias del amor, que tiene muchos más caminos y vías de expresión.
Existen muchos tópicos y tipismos relacionados con el amor, quizás más que en ningún otro tema. Y yo creo que en esto del amor no tienes que seguir a nadie sino seguir a tu propio corazón y esto es lo importante. En el mismo sentido, tener también una idea clara de qué y cómo eres y de qué forma sí y de qué forma no aceptas la vida.
Quiero decir, en ninguna otra esfera personal se llega a una interdependencia tan profunda como la que sí se produce, especialmente en estos tiempos actuales, por el hecho de formar pareja o unirse en convivencia a una persona.
Muchas veces damos más importancia a la importancia que tienen los gobiernos o los sistemas económicos en nuestras vidas diarias, que a los hechos que realmente nos cambian y nos hacen transformarnos y reinventar nuestros principios personales de vida, los que comprometen de verdad nuestra seguridad, nuestra dignidad e incluso también nuestra libertad y nuestra vida.
Muchas veces, aplaudimos y reímos cuando comenzamos una relación de amor con una pareja, creyendo que nos prometemos una vida feliz, dichosa, afortunada. Al cabo de unos años, quizá al cabo de unos meses, quizá al cabo de unas semanas, la fantástica aventura que creemos iniciar se transforma en una tormentosa odisea de la que queremos salir de inmediato, donde la primera pregunta es: ¿qué hago yo aquí?¿quién me ha traído a esta situación?¿qué pinto yo en esta presente historia?
Si echamos una mirada realista a la mayoría de las vidas, vemos personas que tienen relaciones estables y vemos a personas que tienen relaciones inestables. Quizás en nuestra mirada vemos a muchas más que viven la inestabilidad del amor que a las que viven un amor estable.
Cuando examinamos esas vidas, de nuevo vemos, tanto en mujeres como en hombres, que la vida sentimental que han llevado es determinante en su experiencia de vida. Vemos vidas rotas, vidas que reemprenden nuevos caminos, mujeres y hombres que se rompen, con o sin hijos. Vemos amores que se acaban.
Y vemos al mismo tiempo la búsqueda incesante de más y de nuevo amor, quizás para caer en una nueva trampa, en una nueva y horrible aventura de la que nuevamente se desea escapar de inmediato.
Por tanto, el amor no es una materia tan ingenua como puede parecer a simple vista, como un bucólico tirarnos florecillas silvestres y tocarnos el arpa de los ángeles. La vida es más realista y el amor es también más objetivo, guarda fidelidad con los tiempos y la realidad de este siglo XXI.
El amor, el desamor, la falta de amor, la falta de afectos, la vivencia del amplio hecho vivencial y experimental del amor, nos lleva también a decir que el amor y cuanto significa es una de las grandes palabras manipuladas por hombres y mujeres, llamando amor a todo un género de comportamientos y costumbres que podrá aparentarse por amor pero no se parece en la nada ni en la parte ni en las costuras ni tampoco en el hilo. En nada se parece el amor que humanamente nos “vendemos” unos a los otros, con lo que se aproxima al amor, a la grandiosa y humana palabra del Amor.