Familias complicadas

¡Qué complejo y complicado y delicado que es el tema de las familias!

Joder que sí. Complicado de narices. Más allá de sacar un chiste de todo esto, la verdad es que el tema de la familia viene ya coleando, desde el principio de los tiempos. No tienes más que ver en la familia de Adán y Eva, o en la de Caín y Abel, o en la de Yosef, vendido por sus hermanos al faraón de Egipto. Aberraciones que parecen surgir de los cuentos de los hermanos Grimm y de Andersen, donde una bruja malvada, con un loro, cuida de dos hermanos, obligándoles a rudas tareas.

Pues son retratos fidedignos, muchas veces, de la vida real. Es más, la vida real supera, en muchos trazos, a la ficción y a los cuentos.

No lo pongo en duda.

Cuando hay familias desestructuradas no es labor de uno o de dos el destruir. A veces es tarea de muchos. La violencia llama a la violencia. Lo afín llama a lo afín. Es así.

Es como si coges un jersey de lana y vas rompiéndole hilos y tirando de ellos, deshilachas el jersey. Cuando llevas diez, veinte, treinta años, desestructurando, destejiendo, desuniendo, no sabes qué fue más decisivo en esa tarea de destrucción, porque en realidad todos los años y todos los momentos tienen una progresión de vaciar los contenidos que unen y cohesionan una familia.

Es tarea de más de uno y es tarea de años, pero siempre destruir es más fácil que construir.