Personajes de novela

La creación literaria, cuando se vive de verdad, es una auténtica pasión.

Cuando estoy dando contenido a un argumento novelado, me imagino a los personajes y a las situaciones, los diálogos, los silencios…

Ya llegando al espacio visual veo a los personajes con sus arrugas o su rostro joven, el cabello desaliñado o blanco, la capucha que protege contra la lluvia y el viento o el resoplido de la bestia cuando hacen jornada de viaje.

Una parte de esto, la más dinámica, es lo que después queda grabado en una historia, convertida en libro, que conseguirá entretener a su autor y entretener a los lectores que se aproximan a una lectura de unas pocas horas, una siesta y un rato de lectura.

Quizás puede ser porque estoy trabajando en contenidos históricos que mis personajes salen con marcadas personalidades. El guerrero es guerrero, el guerrillero te corta el pescuezo antes de que cuentes el tres y el que ha nacido para hacer marinería fluvial, no le busques otro oficio.

En el relato que estoy fabricando, a mis personajes les queda tiempo de cuidar los olivos, los cerezos, los frutales del microclima arribeño y, además, tener los ojos abiertos por si vienen, por el sur o por el norte, gentes con malas intenciones.

Que vengan, aquí nos encontrarán, dicen mis personajes que, a lo que parece, mucho miedo no tienen porque en definitiva, ¿qué pueden perder, la vida?. Pero existe algo más terrible que perder la vida. Es perder la libertad. Eso sí que es terrible y dificilísimo de llevar, perder la libertad.