Nochevieja
Si tuviera que hacer un resumen del año, en esta tarde de nochevieja 2011, creo que uno de los pilares del año que está por terminarse dentro de unas horas ha sido el conocer personas, conocer situaciones, conocer experiencias, resultado de todo lo cual, sin moverme de mi casa, sin moverme de mi pueblo, he tenido cambios de percepción. Cambios en la corta distancia de la interrelación humana.
Admito que no estaba acostumbrado, que había perdido la costumbre de relacionarme con las personas. Durante varios años. Eran puramente relaciones corteses, de distancia, pero en ningún caso con acceso pleno a mi persona. Este año ha sido como un darse una ducha de realidades, de objetividades, de ver y de conocerme y experimentarme en la interrelación humana, con otras personas.
Me he dado cuenta de muchísimas cosas, en este año. Darme cuenta de cómo yo era, hace unos años, de cómo soy ahora, en este instante, en este presente de vida.
Y a la vez que he ido dándome cuenta de muchas cosas, en el transcurso de este 2011, también he ido afinando y mejorando mi ser, mi voluntad, mi ámbito más personal e íntimo de qué pienso, qué siento, qué me hace feliz y qué no me gusta o me hace infeliz.
En el transcurso del 2011, la vida me ha puesto algunos envites, algunos de ellos difíciles, pero he sabido estar al quite de todos ellos.
Sin perder la calma, felizmente he dado solución a todos esos espacios personales, a veces con más y a veces con menos esfuerzo. E incluso alguna vez he sentido miedo o preocupación. En otras quizás he podido sentir pánico, equivalente a decir que se siente una diarrea y la raíz es psíquica.
En el transcurso del 2011, creo que me he puesto muy al día conmigo mismo respecto a qué soy y qué no soy. Y la verdad, sí, es un gran motivo de estar contento. Y es también un motivo por el que doy las gracias a Dios. Y es también un motivo de festejar, de sentir la alegría de esta noche especial, de este año nuevo, 2012 que está a punto de venir.
Alegría que se escribe con A de Ausencias.
Al margen que yo intento ser optimista con el valor que tiene cada instante, e incluso estos instantes acogedores, de celebración, además de concederles su verdadero valor, soy también consciente que yo no he tenido una vida normal o podemos decir que no es al uso, no es corriente.
De esto, las ausencias son muchas. Si digo las ausencias de navidad, tengo una buena lista o relación de personas, de personas ausentes. Y es verdad que esto me provoca un poco de tristeza, pero es no menos verdad que es una tristeza relativa.
Quiero decir, me pondría realmente triste el haber causado dolor, pena, sufrimiento, a personas que pudieron estar presentes en mi vida y, por mis obras, por mis malas acciones, haber hecho que esas personas hoy estén ausentes de mi vida.
Si hubiera jugado sucio o con violencia o sin amor con esas personas, entonces podría ponerme triste, pero no es así. Es una tristeza relativa, donde en ningún caso me siento en soledad o me siento solo.
En fin, quiero decir, claro que sí recuerdas a las personas ausentes. Pero recuerdas las ausencias sin sentir dolor, sin sentir tristeza, principalmente porque no siento soledad, ni siquiera por las personas que ya han desaparecido.
Creo que en algún sentido todos están conmigo, apoyándome. Es algo que hoy sé con mejor claridad.