Globalización

Mis palabras hoy quieren decir que las criaturas que somos de la especie humana, dejemos ya el maquillaje y la mentira y los enredos para otra ocasión, mejor otra ocasión fuera de ésta y de cualquier vida. Es decir, mejor no se repita la larga secuencia de violencia sutil o práctica que llevamos practicando desde hace 20 mil años; mejor aún, pongamos fin a esta ocurrencia teatral que están escenificando los políticos de un Estado Constitucional llamado España; pongamos fin a la obra que escenifican en otros países de Europa. Si ponemos un punto y aparte, ya hemos conseguido enderezar algunas de las líneas que caminaban según cables rotos, desconectados, los cables que diferencian algo tan simple como el lenguaje binario de la informática, el si esto es verdadero o si aquello es falso, la diferencia entre lo que subsiste y no subsiste, lo que sobrevive y lo que no, lo que fallece y desfallece y lo que resucita, se transforma, evoluciona, se renueva y sigue creciendo.

De nuevo, la diferencia entre la mentira, que va cerca, a ninguna parte, con la verdad, que siempre tiene los caminos abiertos, claros y despejados.

Cerca y Lejos. No hablo de cosas que estén lejos de mí. Hablo también de mis cosas cercanas, próximas; hablo de la vida globalizada que todo el mundo vivimos, pero no hablo de esto para hablar de Los Grandes Rasgos de la Globalización sino para hablar de Los Rasgos que nos son Prácticos, útiles en el confrontar positivo de la teoría-práctica de la existencia humana.

Son los rasgos globalizados, in-globalizados o por globalizar, que manifiestan que vivimos en el mundo del siglo veintiuno, el mundo de las grandes y pequeñas globalizaciones, el mundo donde hablemos de quien hablemos, es hablar con un sentido positivo, en el hacerlo, en el encuentro de soluciones para afrontar y vivir estos tiempos de globalización.

Globalización, vivo en un mundo globalizado, vivo como todos vivimos, hasta mi gata que ahora lame el envase de papel de una madalena, hasta ella vive una vida que recibe constantes señales y signos de globalización. Yo no digo que mi gata es una gata globalizada, porque nada puede globalizarla o convertirla en una gata de madera o en una gata disecada. 

Nada puede igualar la vida y la libertad de mi gata, pero, aún así, mi gata, como yo también, como todos los humanos y gatos de este mundo, también vivimos con un mundo globalizado. Está ahí y está aquí, podemos verlo o no verlo, comprenderlo o no comprenderlo, pero ignorarlo no significa que dejará de estar. Contemos pues que vivimos en un mundo sujeto a la globalización, contemos pues que las modas del pensar, del sentir, del hacer, forman parte de esta obra teatral que representamos en el vivir diario.

Saber vivir con la globalización. O mejor, saber vivir con la globalización, sabiendo que ésta forma una parte de nuestras circunstancias personales de vida. Dicho con estas palabras, sí, cada persona vivimos la vida según nos toca vivirla, pero, además, todos vivimos la vida con rasgos fuertemente marcados de globalización, rasgos que, en muy pocos años, están dando grandes cambios. 

Pero la globalización es solamente un peso específico, que no el único, dentro del comportamiento humano. Las circunstancias personales que cada cual tenemos, son determinadas para vivir las muchas maneras que tiene de vivirse la globalización y este presente siglo veintiuno. Por tanto, ni siquiera hablo mal de la globalización. Ésta no es ni mala ni buena, es un producto de cómo viven o vivimos los 7 mil millones de criaturas humanas que ahora habitamos este planeta Tierra.