Las grandes y pequeñas palabras

Las palabras pueden cruzar un océano con el poder de un teclado, y será el poder pacífico, tranquilo, de una ventana por la que entra la luz del día y el sonido de los pájaros. Una ventana que se abre a un exterior con escenas naturales, a la vida caminando por las calles de hormigón, abasteciéndose en el bullicio del mercado.

Nada se parece un lado y otro del océano, aunque compartamos una misma lengua. Pero podemos decir esto mismo de cada lugar del mundo, incluso de aquellos lugares que están próximos unos de otros, pero que son mundos y formas de vida diferentes. Más, son realidades que presentan un vivo contraste. No parecen ser y formar parte de un mismo mundo. 

Más que una realidad general o de filosofía, es una realidad práctica, vivible. En teoría todos estamos en la misma hoja del calendario, pero la realidad es que vivimos distintos tiempos, en un mismo tiempo.

Tenemos las grandes palabras. Capitalismo. Sistema Mundial. Sistema Financiero. Crisis Global. Democracia. Gobierno… frente a las masas de vida que valen lo que valen sus órganos y no tienen la tecla mayúscula para escribir vaciedad, teatro, decadencia, artificio... Una masa de miles de millones de vidas con minúsculas crisis personales frente a la Crisis Mundial. 

Tenemos las grandes palabras en la pequeñez de nuestras vidas. De tan grandes como son estas palabras, parecen, son, ellas mismas, castillos inmensos que se levantan en mitad de esta realidad tierra.

Palabras como castillos, que crecen y crecen y crecen, hasta rozar o tocar el cielo, y ya no sabemos si son palabras del cielo o son de esta tierra.

Perdemos el norte frete a palabras tan vacías y tan grandes. Palabras de confusión, que dicen ser de este mundo cuando la verdad es que son un mundo inventado. ¿Por quién? Rápido se conoce. Por un alguien o unos “alguien”.

Tenemos las grandes palabras, también con sus devaneos con la vanidad y la autoimportancia, que no quieren saber nada de las pequeñas palabras por ser inferiores en tamaño.

Las grandes palabras, con su pompa y vanidad, como castillos en el aire que han conseguido germinar y crecer como la planta de calabaza gigante del cuento de Tomás y el Ogro, que tenía un castillo con tesoro y riquezas sobre una nube de aire y agua.

Tenemos las grandes palabras, calabazas sin vida por las que Tomás trepa hasta la guarida del ogro. Palabras inciertas, vacías, que producen pensamientos vacíos. Palabras sin vida.

Tenemos las grandes palabras y tenemos las pequeñas palabras, y lo que importa es que las palabras tengan vida, sean de verdad, auténticas. Deja de importar su tamaño y dejan de ser pequeñas o grandes para ser lo que son, comunicación, expresión, diálogo…