Clases de cerebros (2ªparte)

Regresando al tema cerebral iniciado en otra entrada anterior.

Los Cerebros Perdidos
Los Cerebros Ocupados y Okupados.
Los Cerebros Solitarios

Los cerebros perdidos son un porcentaje fluctuante de población; estar con el cerebro perdido no significa que el cerebro sea inservible o esté perdido irremediablemente.

Hay dos sub tipos de cerebros perdidos:

El primer tipo son los mentecatos supinos; son gente que no tienen cerebro, descerebrada, pero no les importa; podrían llevar una berenjena en el cerebro y les daría lo mismo.

El segundo subtipo de cerebros perdidos, tanto aquellos que son ocasionales como crónicos, son aquellos que sí sufren o sufrimos entretanto tenemos el cerebro perdido o creemos estar con el cerebro perdido.

Los cerebros ocupados son aquellos cerebros que tienen una ocupación social, plena; son cerebros entregados a su ocupación; no me pregunten si piensan bien o piensan mal, si son justos o injustos; yo digo nada más que esta clase de cerebros están integrados plenamente en el sistema, bien por ocupación o bien por okupación.

Un ejemplo: Stanley era muy fogoso el señor, pero cuando el rey le ponía monises sobre la mesa para pagar sus aventuras africanas, el señor Stanley y el rey eran hermanos. O sea, el dinero tapa lenguas y cierra bocas y ocupa cerebros.

Cerebros ocupados; son cerebros que pueden ser o no ser mediocres; saben sobrevivir, tener una ocupación; saber ponerse el impermeable cuando amenaza lluvia y hacer top less cuando hace calor; son cerebros permeables, esponjosos, que viven la vida según el instante que marca el reloj; están con todos y están con nadie; y a veces ni están con ellos mismos; la cé pesa mucho; es la cé de la comodidad, del confort, de la calidad de vida, del camino fácil.

Cerebros ocupados; son la mayoría de los cerebros; soy práctico, dice un cerebro ocupado; piensa en comer, en su instinto desarrollado de supervivencia; le da lo mismo habitar una sociedad con Videla que con Chaves, con Obama que con Berlusconi; le da lo mismo si el comeniños de Ruanda es elegido mensajero de la paz; les da lo mismo todo; su cerebro está ocupado; la cé de la comida, de la comodidad y de la calidad por mi nombre y el de mi egoísmo personal, domina esta clase de cerebros.

Cerebros ocupados, con la cé; son cerebros oportunistas; todos tenemos un grado de oportunismo pero hay que saber cuánto oportunismo llevas dentro. El dame pan y llámame tonto; el pan y circo de los romanos; el somos masa y queremos seguir siendo masa. Vivir con cerebros ocupados es vivir con nada y con nadie; es como vivir con ladrillos de una casa que cuando les conviene se van de la casa para hacerse otra porque les pagan mejor.

Y también los cerebros okupados, que son quienes están pero no están, quienes tienen una contradicción grave en sus vidas, donde con una mano sirven al abuso y con la otra creen que están haciendo algo contra el abuso al que ellos mismos colaboran. Al menos tranquilizan sus conciencias de okupados haciendo algunas filantropías, voluntariados en oenegés y obras de caridad.

Los cerebros okupados, los de la ká, son más aventureros, pero siguen siendo tan sociables como lo son los cerebros ocupados, con la cé. En realidad viven por y para las demás personas, buscando amor, reconocimiento, afecto, entre las demás personas; son cerebros sociales y son cerebros sociables, dentro de su sistema ocupacional u okupacional.

Los cerebros okupados, parece que trabajan con la cé cuando en realidad están ya por la letra ká; son cerebros que abren progreso, pero desde dentro; sabiendo nadar y guardar la ropa; sabiendo que no van a cambiar el mundo, y que es mejor tener cuidado en que el mundo no les cambie a ellos; pero aún así, con esta limitación, son cerebros que ayudan a avanzar nuestras formas de vivir.

Por último, los cerebros solitarios. Yo les veo como cerebros muy interesantes, de una gran belleza, por sí mismos, para deleitarse en su contemplación como cuando estás contemplando una gran obra de arte; cuando los cerebros solitarios trabajan, ser espectador es un lujo impagable; un aprendizaje de cosas que quizás no vuelves a tener en toda tu vida oportunidad de verlas hasta que de nuevo estás frente a un cerebro solitario.

Los cerebros solitarios son de muchas especies y naturalezas; lo que les une es simplemente que todos ellos son o somos cerebros solitarios.

Está el cerebro solitario del tallador de la madera, que puede pasar un día entero en silencio, sin otro sonido que la talla de la gumía, desplazándose por la madera, en golpes precisos, arrancando vetas y modelando una figura; el toque preciso de luz, todo está en su sitio, hasta la misma posición del artesano, que ahora no es un artesano sino un cerebro solitario; o puede ser Miquel Barceló trabajando compulsivamente en su taller. O puede ser cualquiera de los millones de ejemplos que pueden dar los cerebros solitarios.

Un cerebro solitario es un cerebro que funciona con sus propias normas; no es fácil dominar a un cerebro solitario; ni siquiera los cerebros solitarios son dominantes; viven su rico mundo interior y tienen la capacidad de convertirlo en práctica; son seres difíciles de comprender, pero tan sencillos como la misma vida humana.

Leonardo, Edisson, Miguel Angel, Van Gogh, Picasso, cerebros libres, Walt Disney, Charlie Chaplin, solitarios con o sin multitudes; es el cerebro de exploradores, aventureros, así en un largo etcétera hasta el infinito. Son fruto de las nuevas características de la sociedad humana de estos dos últimos siglos.

Un cerebro solitario no es mejor ni es peor que otros cerebros; es solamente un cerebro que funciona con factores propios, individuales; donde el individuo o sigue estas normas de “instinto vital” o se siente insatisfecho consigo mismo.

Entiendo por cerebro solitario a un cerebro libre; me da igual que sea solitario en parte o solitario en todo; no es el ser un cerebro solitario lo que determina su condición esencial, sino su grado de libertad. Los cerebros solitarios son espíritus libres, cerebros libres.

Para mí es un cerebro solitario un señor de mi pueblo que tiene 84 años, vive solo, soltero, feliz como él solo; no tiene relación; siempre está sonriente; tiene carácter, fuerza, pero no baila al son de la sociedad ni al son de nadie; no vive fuera sino que vive su propia vida; no necesita ser un Miguel Ángel, ni inventar nada; solamente vive y punto; y ha llegado a los 84 años; no quiere demostrar nada a nadie. Ese hombre es un alma libre, un espíritu solitario, un hombre que se hace a sí mismo, un cerebro solitario.

Es un cerebro solitario Ramón y Cajal; o Fray Luis de León que se tira cinco años en la cárcel y se atreve a decir “como decíamos ayer”. Son cerebros solitarios desde quienes pasan las horas supuestamente muertas en mirar por un telescopio, que en mirar por un microscopio, que en interesarse si la tectónica gira para el lado izquierdo o el derecho; cuestiones que para la mayoría de las personas no tienen ningún sentido y, sin embargo, para los cerebros solitarios sí tiene un completo significado.

Podría haber dicho como título de los cerebros solitarios que son cerebros libres, pero el primer toque es el de ser cerebros solitarios; todos los cerebros solitarios se identifican en que es su libertad o su soledad la que les dicta las normas; da igual lo que hagan al final; son libres.