Primavera en los pueblos
Desde un cuaderno, ventana abierta, sol, un gallo canta, unos patos hacen coro desde un corral, al otro lado del valle; pájaros, muchos pájaros, dándose un pequeño festín de migas de pan. La calle es un pequeño paraíso de sonidos, sol, suave brisa que entra y sale por la ventana.
Tocan las campanas del pueblo, para ir a misa del domingo; cantan los pájaros; me cantan las tripas.
¿Quién dice que en los pueblos no pasan cosas y el tiempo corre despacio?. Debe ser un cuento de poetas aburridos. En los pueblos y en todas partes, todos los días y en todas horas, sobre todo después del invierno, por supuesto que pasan cosas, más o menos, pero pasan. Tienes únicamente que tener la mente despierta y los ojos abiertos para ver así las cosas que pasan.
¿Qué cosas pasan en pueblos abandonados y envejecidos?. Pues que la gente se muere a docenas, en vez de morirse de uno en uno. Y pasa que la gente pues está de puro mayor, como edificios centenarios que caen cuatro gotas de lluvia y se vienen abajo.
Un pueblo, ritmos de pueblo, donde si algo me llama la atención es el poder que tiene la naturaleza sobre lo que hacemos y no hacemos. Los inviernos no ves a nadie por las calles, parece que la gente están todos desaparecidos. Ahora ves a todo el mundo por la calle, como si saliéramos, necesitáramos salir, nos pide el cuerpo salir.
Llega la primavera y no somos muy distintos de los osos que hibernan todo el invierno. Somos como somos, hechos de carne y huesos y sangre, como lo es la vida. Somos lo que somos. Y la vida que tenemos, nos pide, salir la primavera y nosotros, salir corriendo a recibir los rayos del sol y la luz y el aire del día. Somos hijos de la vida y el cuerpo y todo lo que somos nos pide vida.
Somos hijos de este Planeta Azul. Hijos de la vida. La primavera nos da vida. Es curioso tanto artificio como tenemos y lo artificiales que queremos ser, y en el fondo parece que no nos queremos dar cuenta de lo natural que es la vida y lo naturales que somos nosotros, sin tanto disfraz, maquillaje, careta, postizo que cubre la persona que realmente somos.