Evolucionando

Los seres humanos nos creamos demasiados conflictos unos con otros. No entiendo esas ganas de pasarse de batalla toda la vida. Hay que entrenarse para todo eso. Es algo que va en el aprendizaje. Pero yo digo que si la mitad del tiempo que empleamos en hacernos perjuicio y daño lo empleáramos en valorar a la persona que tenemos al lado, caramba, el mundo iría un millón de veces mejor. Perfecto no sería, pero sí iría mucho mejor.

Dicen que somos la cima del mundo, la avanzada de la inteligencia, no sé cuántas cosas más. Yo no me lo creo. Yo digo que basta de tonterías. La humanidad no tenemos de qué presumir ni sentirnos orgullosos. Los logros que hemos conseguido colectivamente por los grandes fracasos que hemos tenido. Más humildad y naturalidad y menos idiotez vanidosa es lo que necesitamos.

La humanidad soy yo en este momento. Y así como alcancé grandes logros en mis tiempos de vivir en Salamanca, después he tenido que aprender en otras escuelas, experiencias nuevas, yo mismo he aprendido también a ser una nueva persona, la de antes y mejor que la de antes. Lo que no significa que digo que soy un gran tipo; no, no lo digo; digo nada más que voy evolucionando.

Pero también es verdad que la evolución me gusta. Me gusta no ver que soy un tipo con malos pensamientos; me gusta ver que soy capaz de perdonar a una persona que me ha ofendido; me gusta ver que soy capaz de pedir perdón a una persona si le he hecho daño involuntariamente; me gusta ver que soy menos fantasioso y menos idealista de lo que era; me gusta más verme con los pies más en la tierra y con los ojos más puestos en la realidad visible y cotidiana de la vida; y hasta cierto punto me gusta haber sido capaz de haber estado en una especie de encierro y no haberme quejado demasiado aunque es verdad que a veces me he dicho que no salía de ésta. He ido saliendo de muchas madrigueras. Estoy vivo, es lo que importa.