Eurocopa 2012

Y ahora me pongo a hablar de fútbol. Es que la de anoche fue gorda. Me lo viví en una pantalla gigante, rodeado de niños que cantaban como locos, se arrojaban al suelo, hacían la ola. Y mucha gente en el bar que daban abrazos. Y yo mismo, que ya que veo un partido de fútbol, voy a pasármelo bien. Y sí, muy tranquilo tomando la cerveza, pero cada gol me levanta de la silla.

En fin, anoche, gran noche. En un pueblo pequeño, imagino que en toda España, se estuvo viviendo una fiesta. Quien pudo y quiso vivírsela. Yo no soy futbolero pero caramba me gusta ver cosas de este estilo.

Conozco a personas que anoche pasaron olímpicamente del final de la eurocopa España-Italia. No les preguntes si el partido se desarrolló en el Olímpico de Kiev o si juegan once jugadores por equipo o si el árbitro sigue llevando silbato y va vestido de negro; y quizás era portugués. Yo entiendo que cada cual se vive la fiesta que se quiere vivir.

A mí personalmente anoche me apetecía un rato de gritar, de relajarme, de ver veintidós tíos corriendo en un césped verde y ver a mucha gente pintada de indio, de amarillo y rojo. No era carnaval pero mucha gente iba de carnaval.

Me gusta ver estas cosas, por supuesto con un equilibrio porque igual que están bien las fiestas está igual de bien madrugar y levantarse al día siguiente para ir al trabajo con la misma alegría que has gritado ¡¡¡goooooollll de España!!!! en un campo de fútbol o frente a un televisor.

Me senté en una mesa en la calle de un bar. Corría el viento, mejor dicho corría la brisa. Unos árboles de gran tamaño a unos metros. Y un fondo de montañas, hacia el sur. Y comienza a llegar gente. Y niños. Todos con camisetas de La Roja. Y me tomo una cerveza con un amigo, nos damos la mano con cada gol.

Nos miramos asombrados de “coños cómo juegan”, compartimos miradas cómplices con unos niños, gritamos cuando hemos de gritar, un rato de fiesta, tan tranquilo como tomar una cerveza y mirar una pantalla gigante de televisión que está a toda pastilla, a muchos decibelios. En la plaza del pueblo, después del partido, ocupada por mucha gente, un automóvil con la música a toda pastilla. Y dos hombres serios y formales bañándose en el pilón de la plaza, imagino que por una apuesta que se habían hecho. Me agradó ver que todo el mundo estaba radiante, contento. O casi todo el mundo.

Pues eso, España, la España del salmantino Vicente del Bosque, ganó anoche la Eurocopa. Digo bien bien bien. Una pequeña inyección de moral o de ánimo para los españoles, viene bien.

Y es verdad que siento cariño por esta selección. Mi respeto por Vicente del Bosque, un hombre templado, tranquilo, que no hace comentarios altisonantes y que ha conseguido crear una selección que trabaja en equipo. Su juego anoche fue realmente extraordinario. Me dejaron asombrado. Frente a los personalismos, las estrellas, todo un equipo es la estrella. Me encantó la generosidad de un delantero que no puede hacer gol pero se la pasa al chico que acaba de entrar y ¡¡¡goool!!!. Eso es un ejemplo vivo, vale en el deporte, pero eso se queda en las retinas de los niños. No es un deporte solitario de ir a toda velocidad en un monoplaza o de subir el tourmalet en el tour de Francia como el legendario Miguel Induráin.

Ahora es otro tipo de valores, el de llevar una misma camiseta y saber qué representa eso. O el de sabernos con unos mismos colores sin por esto creer que la bandera española siempre identifica al ejército, la policía y la guardia civil. Quitarnos tontos prejuicios. El deporte es también un sistema de cultura y no solamente un sistema de alienación.

Y vamos que sí, que deportivamente y culturalmente me encantó que anoche ganara España y ver a mis paisanos con el ánimo por las nubes. Verles sin tontas arrogancias, sino verles dentro de esa línea que demuestra la afición, los once mil españoles que estuvieran en Ucrania, en Kiev, animando a la selección, sin destacarse por su comportamiento violento.

O el ejemplo de los jugadores, que no son marrulleros, que no van de zancadillas, que practican un juego limpio, que no van de divos o de dioses.

O ver incluso que la publicidad, los grandes de siempre, movistar, iberdrola, etcétera, utilizan el tirón publicitario para soltar un ánimo en la crisis económica, aunque una cosa y otra cosa en principio tengan poco que ver. La crisis económica no se resuelve con un balón pero sí se resuelve con actitud; y parte de esta actitud es poner voluntad y optimismo.