Supervivencia
La supervivencia, materia básica. A veces sobrevivimos y hasta incluso creemos que es un milagro el haber sobrevivido, como si las fuerzas de la supervivencia fueran más allá de nuestra propia voluntad, capacidad y recursos.
La supervivencia. Todo estaría bien, muy bien, en un mundo pacífico, con personas pacíficas. No estamos en ese mundo y hay que saber adaptarse a las presentes circunstancias. Lo que no significa que hayamos de ir a todas partes con el chaleco antibalas o preparados con el chaleco salvavidas frente al riesgo de un tsunami. La inseguridad y la desprotección personal no debe ser tanta ni llegar a esos estados de tensión. Pero sí es bueno y adecuado el saber sobrevivir y, por tanto, adaptarse a los tiempos y las circunstancias actuales.
La supervivencia o el instinto de supervivencia es también un conjunto de detalles concretos, de nuestra biografía personal. Por ejemplo, si por supervivencia comprendemos que no damos la confianza que sí era normal dar hace veinte o hace treinta años, entonces sí hablamos de nuestra biografía personal. No se ha perdido nada, solamente se ha cambiando el punto de referencia en la dirección de a quién seleccionamos o no seleccionamos en nuestro trato humano y personal.
Es la misma supervivencia que por ejemplo puede llevarte a pensar con quién te asocias. Cuando has aprendido a sobrevivir te piensas dos veces antes de dar y compartir confianza. ¿Esto es bueno o es malo? Yo creo que es bueno.
Es bueno porque evita tener contratiempos. Es como el cruzar por las calles con una mayor seguridad, porque tomo en cuenta la realidad visible que percibe el conjunto de mis sentidos. No hay propiamente calles peligrosas sino distintas formas, más seguras o más inseguras, de vivir nuestra propia vida. Hay personas que se meten en problemas sin querer meterse en problemas, pero parece que su principal problema es ser buenas personas, demasiado buenas personas, en tiempos donde es frecuente ver a malas personas, demasiado malas y demasiadas malas personas. Y eso sí es un problema. Y en teoría no es ninguna enfermedad hasta que sucede un encontronazo físico o psíquico que te lleva a un hospital o a un psicólogo.
Sobrevivir con bondad no debería ser un problema ni una enfermedad.