Las cosas suceden
Todos los hechos y experiencias de mi vida, los doy por buenos, por bienvenidos. Los hechos y experiencias buenos y felices, me han mostrado la grandeza y los horizontes de la existencia y del ser humano. Los hechos y experiencias con claroscuros o dolorosos o conflictivos, también me han enseñado que donde existe algo malo, puede también existir algo bueno.
Es decir, que de una mala experiencia puedes conseguir una buena lección o aprendizaje de vida, útil, positivo para todo el conjunto experimental de la existencia.
En resumen, venimos a la vida y, por su transcurso, vamos avanzando en conocimiento, edad, experiencia. Con ese conjunto de experiencia, podemos ver, a los 40 años, aspectos y enfoques de la vida que eran imposibles de ser percibidos, a los 20 años. Pero cuando tenemos 20 años, vivimos con la percepción de los 20 años. Y es, asimismo, una percepción que no sigue una progresión lineal en el tiempo. Algo puede llevarte más o menos tiempo, porque en muchas ocasiones eres tú mismo quien dictas cuánto tiempo pones en un determinado empeño o propósito.
Entonces, preguntándonos que porqué pasan tales o cuales cosas en la vida, es sencillamente porque tenían que pasar, nada más, sin buscarles un matiz negativo o positivo, porque son experiencias e instantes fuera de toda nota o puntuación que las evalúe o valore.
Dentro de ese conjunto de circunstancias y en ese contexto de inevitabilidad, puedo crear un espacio mental, independiente, y comprobar que la vida consigue darnos nuevos horizontes y nuevas perspectivas. Sin dejar de valorar importancia de cada instante, puedo hacerme prisionero en un espacio de tiempo o seguir adelante.