Madurez de la pareja

Yo pienso que crear una pareja no es un asunto tan fácil como decir me gustas y yo te gusto; en el sentido de que ya no vamos buscando la perfección ni nosotros mismos buscamos ser perfectos en una relación de pareja. No vamos a por sobresalientes ni matrículas de honor ni vamos a demostrar nada ni a que nos pongan nota, ni nada por el estilo. No entramos a ningún examen o prueba sino que entramos a algo donde no tenemos que demostrar nada a nadie, sin pruebas, sin retos, sin rivalidades, sin tontas competencias.

En la madurez de la vida no es algo tan fácil como yo te gusto y tú me gustas, sino que lo normal es que existe además todo un mundo ya organizado, igual como existe ese escepticismo que parece estar ya de vuelta de todo, que parece querer decirnos que ya lo hemos encontrado todo, que no hay nada más por ver, que está todo visto, como cuando se acaba una verbena, la orquesta se ha ido, el viento mueve las banderas y queda una sensación de soledad, donde el puro viento es el servicio de recogida de basura, antes de que comienza a amanecer.

Al hablar de relaciones parece que estamos hablando de cómo somos por dentro, cuando en realidad la forma que tenemos de establecer nuestras relaciones tiene mucho más de costumbre social y cultural que de verdadera práctica, nuestra, de ser así porque somos así. El concepto de pareja y de familia no es el mismo en todo el planeta. Ni tampoco es el mismo según las distintas culturas y pueblos. Ni ha sido el mismo, en el transcurso de la historia.

En nuestra sociedad actual, lo normal en la segunda mitad de la vida es encontrarnos solteras, solteros, divorciadas, divorciados, viudas y viudos. Lo normal es tener hijos. O lo normal es venir de otras relaciones. O lo normal es querer comenzar una nueva vida. O lo normal son las situaciones típicas de esa edad crítica de la madurez; aunque en realidad todas las edades son críticas, son críticas hasta que se encuentra el punto sostenible, el punto de equilibrio verdadero, que nos estabiliza de por vida, dentro de una actividad de vida normal.

Todos queremos encontrar un equilibrio, sí, pero cuántos lo consiguen o lo conseguimos; estoy seguro que todas esas parejas que se han divorciado, son personas y parejas que querían vivir con ilusión lo que estaban viviendo; y creían en lo que estaban viviendo.

Cada relación rota tiene sus propios porqués, pero lo cierto es que han sido muchísimas parejas rotas en los últimos años y que esto sea así es un motivo de reflexión, de pensar que los tiempos, socialmente hablando, culturalmente hablando, no están precisamente para el tener una buena actitud frente a lo que necesita la estabilidad.

La sostenibilidad de una pareja, de un diálogo sostenido entre una mujer y un hombre, no solamente es la suma de ratos buenos sino también la suma de hacer concesiones, incluso de tener que hacer cambios dentro de uno mismo, para adaptarse a la o a las personas con las que comienzas a convivir. Esto es así, no solamente en filosofía, sino en espacios vitales, prácticos, diarios de la vida.