Un paseo por el Tormes

Un estupendo paseo, hasta el parque botánico de Huerta Otea y las riberas del río Tormes. Un poco de frío, es verdad, pero sigue siendo un paseo delicioso.

Me gustan estos paseos que me doy con frecuencia por la orilla del río, por uno de tantos lugares que el río es transitable por sus orillas. Lo bueno que tienen es que apenas te encuentras con nadie y que, ya dentro del parque, tienes lugares donde puramente estar solo, a solas, escuchando el sonido del agua, viendo puramente la luz o los colores de la tarde o escuchando los sonidos.

Las tardes frías de invierno, en ese lugar de la orilla del río, no había un alma. Y sí, fresquito se estaba, pero deliciosamente. Un lugar solitario que para nada sentía como solitario e invernal. Estar unos minutos a solas me ayuda a sentirme bien, como recargarte por dentro.

El parque no tiene nada de especial. Es un parque nuevo y los árboles son pequeños. Está a medio construir. Cuando esté del todo, será realmente bonito, pero ahora pues la verdad que es un cúmulo o suma de pequeños rincones, lugares con atractivo y encanto, pero lugares muy concretos, por ejemplo bajo los gruesos troncos de los árboles que crecen a la orilla, algunos de ellos literalmente volcados sobre el agua.

El Tormes, afluente del río Duero, cruza por el Sur de la ciudad. Forma parte del territorio urbano de la ciudad digamos que seis u ocho kilómetros. En su transcurso por la ciudad, suceden muchas cosas. Una vía del tren atraviesa el río y un total de cuatro puentes, dos de ellos de reciente construcción, en los últimos veinte años.

El río era y es una arteria vital de la ciudad. Pero es evidente que ha cambiado mucho. Tuvo puente. Posiblemente tuvo un puente antes de la llegada de los romanos, pero éstos hicieron un fabuloso puente de piedra, la entrada por el sur o mediodía a la ciudad de Salamanca. Ha sido el puente durante muchos siglos, el único puente sobre el río Tormes, a la entrada de Salamanca.

El río era fuente de agua potable y baño, pero con estos nuevos tiempos tan civilizados e industriales, el río también ha servido para otras muchas cosas. Para que barcas turísticas paseen por su orillas, para que molinos harineros puedan fabricar pan, para que presas puedan fabricar energía eléctrica, para el regadío de los campos, incluso para recibir algunos detritus. No es un río sucio pero tampoco podemos decir que es un río limpio. No es un río afeado, destruído, sigue teniendo numerosísimos rincones con encanto, pero tampoco podemos decir que sea un río hecho un primor, una belleza, como debiera ser tratado y cuidado, pues da mucha economía al conjunto de Salamanca.

Me gusta esta ciudad, me siento muy bien aquí. Es no solamente el valorar las circunstancias sino también las sensaciones. Y por tanto, descubro que aquí siento sensaciones que no las descubro en otra parte o lugar. Son muchas sensaciones, que me llevan a sentirme plenamente en casa, plenamente en un hogar, entendiendo por hogar no solamente las fronteras de mi propia casa sino todo el conjunto de la ciudad y, a partir de aquí, todas las geografías y todas las tierras.

Qué aventura tiene el hacer visitas culturales a la ciudad. Depende de la percepción que se ponga en la mirada. Yo he visto cada situación como una auténtica aventura.

Muchos pequeños momentos suman un gran momento. Muchos granos de arena juntos forman una playa. Muchas gotas de agua juntas forman un mar, un océano. Muchas moléculas de tierra forman islas, archipiélagos, continentes.