Cursos fluviales
Me vienen hoy recuerdos de ríos y afluentes y geografías y paisajes. Y es que siento, dentro mí, viva inquietud por recuperar espacios personales, ahora quizás dormidos, que piden emerger, aprovechando estos comienzos de buen tiempo, de subida de temperaturas, en esta entrada de la primavera.
Medito en la cuestión. Son las preguntas que me hago, en mi espacio personal de prioridades, de disponibilidad de ganas y de tiempo; y también, el espacio objetivo de posibilidades u oportunidades.
Ríos, caminos, geografías. Hablar ahora de estas cosas es hablar de mis inquietudes personales, de alguna de mis inquietudes personales. O también de mi tiempo libre y de cómo intentaré enfocar una parte de este tiempo libre.
Cuáles son mis inquietudes personales con los ríos, los caminos, las montañas, las geografías. No sabría definir exactamente si son inquietudes de conocimiento o son inquietudes creativas. Es un poco difícil definir donde comienza y termina cada cosa. Más bien es un reflejo global de la personalidad, como un conjunto de rasgos que conviven en equipo, formando parte de la misma persona.
Los encuentros que he tenido con los ríos, han sido numerosos. Podemos decir que han sido miles de veces. Pero no todas han sido iguales. Y quiero diferenciar entre los paseos con propósito y los paseos libres, completamente libres, sin ningún propósito.
Y, al hablar de un propósito, hablo del propósito concreto de pasear e ir conociendo y descubriendo cosas nuevas. Es el paseo con propósito de quien sale, sin prisa de ninguna clase, a recorrer un paseo o ruta, al mismo tiempo que va con un cuaderno de notas, un lápiz o bolígrafo, una cámara de fotografía, con esas herramientas y su curiosidad personal, con ayuda de un mapa realiza un paseo con propósito por un lugar concreto, por el curso fluvial de un río.
Todo es bueno si confluye en vivir y en conocer más y mejor, descubriendo cosas nuevas.
Los propósitos es fácil encontrarles en personas con inquietudes, que son inquietudes muy diferentes, muy diversas, que pueden ir desde el aficionado o amante de la astronomía que busca fotografiar auroras boreales o que puede ser del paleontólogo que realiza rutas, en la búsqueda de fósiles y de rastros de la historia más antigua de nuestro planeta.
O que puede ser del arqueólogo que busca emplazamientos antiguos o que puede ser del escritor que realiza paseos y rutas, preguntándose por las piezas que conforman un paisaje, el porqué cada cosa está en su lugar y el qué había antes o el qué habrá después.
Escribir de estas cosas me despierta y levanta el ánimo.
Y me recuerda también mi verdadera forma de ser. Y verdad es que me alegra comprobar que las verdades de nosotros mismos, el cómo somos de forma real, auténtica, es algo inequívoco. No puedes pedir a un Galileo o a un Arquímedes o a un Edison que deje de sentir curiosidad y asombro ante el misterio de la vida. No puedes pedir a las personas curiosas, inteligentes, que apaguen sus neuronas y se echen una siesta hasta que les llegue el instante de expirar y estirar la pata y morirse.
Las personas, como los cursos fluviales, como el deshielo de las montañas, seguimos nuestros patrones internos, los que nos acompañan y nos definen en nuestros caracteres, formas de ser, personalidades. Cuando damos con una persona creadora o creativa, no podemos pedirle que se pase el día en la cama, porque nunca lo conseguiremos. No se puede callar a las cosas tan evidentes, como el sol, la noche, el movimiento de planetas y estrellas o el curso imparable de la vida.