Horizontes del amor

El tema de enamorarse es muy interesante. Deseo que todas las personas que quieran enamorarse, lo consigan esta primavera. Que la felicidad les dure o, al menos, en aquellas experiencias donde la felicidad sea pasajera, que les ofrezca nuevos horizontes de vida.

Enamorarse es una de las cosas más maravillosas que pueden suceder en la vida, pero hoy es una palabra que toma nuevos significados.

Queremos el amor, ahora, ya, hoy mejor que mañana. Lo queremos en plato de porcelana china, tenedor de plata, cristal de bohemia, vino de Burdeos, alfombras persas por las paredes.

Algo tan hermoso como el amor y son demasiadas las veces que lo transformamos en una sustancia tóxica.

La vida puede ofrecerte –si lo hace- diferentes perspectivas o ramas de un mismo árbol desde donde ver la cuestión. Yo creo que no hay normas incuestionables, ni manuales de instrucciones.

Es simplemente dar con la persona adecuada y, hecho esto, saber cuidar y mantener y proteger esa relación. Podrá tener sus altos y sus bajos, pero con el esfuerzo de dos personas es como se supera el qué se quiere, si continuar con algo o si ponerle un punto final.

El amor puede ser una cuestión de suerte, también de personalidad o carácter, donde no sabes qué puede suceder, hasta que sucede. Cuando has conseguido tener la plena seguridad y estabilidad de saber quién es tu persona, por quien bebes los vientos, a partir de ahí comienza una nueva historia. Desaparece la incertidumbre de quién será o quién no será.

En teoría, ese proceso de búsqueda no tendría porqué ser difícil, arriesgado, engañoso, lleno de fantasías y trampas. No debería, pero son o somos muchas las personas que, creyéndonos sinceros, llevamos nuestro cuento particular por todas partes, por todas las personas, por todas las horas del día o de la noche.

El amor es un amigo de primerísima calidad. Y el amor de verdad nunca siembra violencias, ni conflictos innecesarios, ni discordias que pudieron evitarse.

El amor no es problemático. Somos nosotros, las personas, con nuestra sinceridad a cuestas quienes, con nuestra interpretación personal, hacemos del amor, en no pocas veces, una fuente de preocupación, problema, conflicto.

Y además, en eso que llamamos amor, en esa proyección personal de lo que consideramos una vida feliz junto a la persona que queremos, que amamos, va todo un horizonte cultural y de creencias, donde muchas veces decimos ser tolerantes y convivientes, aptos para la convivencia, cuando la realidad es que muchas veces somos más maniáticos y difíciles de trato de lo que decimos ser.

De todas formas, el amor es como el respirar, el como sentir el latido del corazón. Aunque el aire fuera muy contaminado, seguiríamos respirando, porque respirar y vivir es prácticamente la misma cosa. Y así nos sucede con amar, ser amados, enamorarnos de alguien o que alguien se enamore de nosotros.