Comercios virtuales
Muchas empresas han estado vendiendo falsos nichos de negocio, falsos mercados, falsas oportunidades. Una parte de lo que decían era falsa y otra era exagerada. En realidad, el negocio no estaba en la noticia sino en la reacción de miles y millones de consumidores o clientes, frente a la noticia.
Estas prácticas abusivas de la des-información y de la propaganda masiva, ha sido una realidad explotada por grandes multinacionales, principalmente multinacionales ligadas al negocio auxiliar de las nuevas tecnologías, pero además es una realidad explotada, de un modo generalizado, en el 99,99 por ciento de los medios de comunicación mundiales, cinematografía, televisión, radio, prensa diaria, prensa no diaria, editoriales de libros y otros productos, redes sociales de internet, etcétera.
Amazon es una empresa que camina con esa misma línea. Y por esto, ya está comenzando a verse con malos ojos.
La Red Digital o Internet, está plagada de información tóxica, nociva, que es conducente a un uso inadecuado del comercio que, en ocasiones, está prácticamente al filo de la criminalidad, del delito no solamente informático sino también en ser una estafa.
Los servidores argumentan libertad de expresión y se quitan culpas. Las legislaciones permisivas de los países en los que han estado operando, les permite actuar con semejante chulería e impunidad.
Reconozcámoslo. Durante los últimos 40 años, en especial en el transcurso de las dos últimas décadas, se han ido creando sucesivas burbujas, todas ellas inventos con el objeto de hacer crecer una ficción que, más tarde o más temprano, iba a reventar. La burbuja financiera, la burbuja de las nuevas tecnologías, la burbuja de las energías renovables, la burbuja inmobiliaria, todas ellas han pinchado en la parte más tóxica del negocio.
Sigue habiendo bancos, pero se han tenido que sanear los “bancos malos”. E incluso en España se ha tenido que crear un banco público, llamado coloquialmente El Banco Malo, al cual han ido a parar muchos activos inmobiliarios de bancos y cajas de ahorros rescatadas.
Entrando en las editoriales que prometen promoción y asegurar una venta limpia y eficaz, segura para el comprador y segura para el autor del libro, muchas de ellas son vulgares estafas y otras son proyectos de chichinabo, desestructurados, con paredes de paja o de papel.
En otros casos, como es el ejemplo de Amazon, no son lo que prometen ser.
A mí, personalmente, no me gusta ese circuito editorial. No descarto el uso de Internet para la promoción y la venta de cualquier producto, pero no de cualquier manera. Prefiero autoeditarme antes que ponerme en manos de alguien que no tiene otro negocio que el de sacarme unos euros y hacerme creer que va a promocionar mis productos.
De todas formas, antes que un libro esté muerto, indudablemente es mejor tenerlo activo o vivo en Amazon que tenerlo en un archivo del ordenador o en un cajón de algún mueble de casa.