Sueños de amor
Cuando los sueños no tienen un nombre o un documento de identidad, en tal caso, sueño con la persona adecuada.
Tener sueños o no tenerlos, es una opción personal. Quien quiere tener un sueño, lo tiene. Quien no quiere tenerlo, no lo tiene.
Los sueños pueden ser fantasía o imposibles o pueden ser sueños inteligentes, más prácticos, más reales y más acordes con la realidad. Soñar es distinto según cada persona. Unas personas sueñan con todas las bases construidas sin realidad práctica y otras personas son más amantes de soñar con sueños posibles, con sueños realizables.
Cada persona es un mundo y es casi un hecho de suerte o de puro azar encontrar a la persona adecuada con la que establecer una práctica y un proyecto común de vida. Siendo como es un hecho que solamente necesita de sinceridad, comunicación, diálogo, no es un hecho tan fácil como queramos verlo. Te puedes pasar toda la vida sin encontrar a esa persona y de repente un día la encuentras y crees que has hecho nada para encontrarla. Esto es así. El raciocinio forma parte cuando te pones a realizar y construir una relación de pareja, pero es lo irracional lo que predomina, lo que impone su ley. Es completamente irracional enamorarse, sentir o no sentir con una persona.
Pero esto es básico para poder soñar, el tener sueños realizables con una persona; y siendo básico no se alcanza a la primera de cambio, quizás porque interviene también el raciocinio. Solamente cuando las cosas fluyen con naturalidad, entonces sí es posible, es accesible y es hasta fácil y sencillo, soñar en compañía, soñar en vivir algo junto con alguien, y que lo vivamos con natural naturalidad.
Yo hablaba de los sueños en general y, dentro de estos sueños, hablaba en concreto de sueños de amor.
Yo no tengo el libro de la vida que dice lo que pasa hoy y lo que pasará mañana; tampoco quiero conocer lo que va a pasar mañana; no me inquieta el futuro de esas maneras, menos en cosas de la vida que son tan etéreas (escribir palabras de amor, o andar cavilando en romanticismos), cuando la vida real sí, de acuerdo, claro que tiene amor y tiene romanticismos, pero es mucho más pragmática, más racional, más práctica. Incluso, por ser más exactos, la vida real es hasta incluso más fría, menos emocional que la vida que parece dibujarse de sueños e ilusiones. Parece que la vida de diario es una vida sin sentimientos y parece que las palabras que se escriben dan calor y colorido a la realidad. Pero es después, en el refrendo real de las palabras, cuando las palabras se hacen realidad, si es que tienen que hacerse realidad.
Sueños, esperanzas, anhelos… No son sueños en realidad, sino que son acciones de la vida diaria que siguen un curso. No hablo pues de sueños o esperanzas como de algo lejano, futuro, desconectado del presente o de la realidad.
Acciones del futuro que ya van corriendo curso activo en el presente y que por tanto ya tienen un presente y van construyendo un futuro.
Es así como veo mis sueños, como algo accesible, como algo previsible, como algo que no existe aún pero que va camino de ir existiendo progresivamente.