Alegría y buen humor
Alegría y buen humor. Dos capitales importantes, en la vida de un ser humano y en el conjunto de la vida de una sociedad. Porque una sociedad con alegría y buen humor es, sin duda, una sociedad rica, longeva, feliz. Y su felicidad no es una patochada de película, sino una felicidad real.
Y bien, yo creo que ha sucedido que hemos asistido al completo fracaso de todas las instituciones, si han creado a seres humanos infelices, enfermos, tristes, desnaturalizados, sin auténtico buen humor.
Me hacen gracia las formas que tenemos la gente de pasarlo bien. De repente pegar un espectáculo de cohetes artificiales que acaban asesinando a cientos de pájaros. Me resulta absurdo, ridículo, estridente.
Tan estridente como muchas procesiones de semana santa de los pueblos que golpean los tambores y escupen a las trompetas, porque son unos pésimos músicos y carecen de buena organización y de la principal materia prima que les reúne en esas procesiones: la fe en Cristo.
Es difícil la alegría. Es fácil la sonrisa calculada, la pose, el por favor dispare el clic que quiero ser chico o chica de portada. Eso sí se ha puesto en moda, pero es otra ridiculez artificial de los tiempos actuales.
Puedo comprender que alguien que se dedique al espectáculo o a la moda, tenga que posar un tiempo de su vivir diario, pero por favor, quítese el disfraz en privado.
O peor aún, son o somos miles o millones quienes actuamos en cuanto dejamos de estar solos. Y peor aún, no sabemos vivir de otra forma y no queremos vivir de otra forma, pero no me digas que yo soy falso, que soy mentiroso. No te lo aceptaré.
Y total, significa que vale, sí, alegría y buen humor, pero hay que saber dónde la alegría y el buen humor pueden existir. Lo cual nos lleva en definitiva a que los tiempos actuales y posiblemente los de estas décadas anteriores, no son digamos que un vivero de sinceridad donde hablamos libremente. No, yo dudo de que esto sea verdad. Lo de hablar libremente, me lo reservo. Porque aunque parezcan que son tiempos de muchas libertades y derechos y declaraciones de los derechos humanos, podemos también decir que son los tiempos más profusos en retorcimientos. Donde es más difícil hablar unos con otros, respetándonos, respetándonos desde nuestros comienzos o esencias.
Y es gracioso pensar en la alegría y en el buen humor. Podríamos echarle la culpa a los banqueros, a los políticos, a la geopolítica. Pero no, la principal responsabilidad es de nosotros, la gente de la calle, que nos hemos hecho un poco más ricos y un poco más egoístas. Y la riqueza no es mala; lo que sí es malo es que nosotros, pudiendo ser mejores, hemos optado por ser peores.
Por tanto, yo opino que alegría y buen humor sí, siempre. Pero también digo que la gente no es amiga de los alegres por naturaleza, porque por un lado te animan y por otro te dejan que te pongas en los peores lugares, a modo de experimento. O sea, quiero decir que la sociedad actual trata a las personas que son alegres de corazón, con sentido del humor auténtico, les trata como si fueran bobos o tontos o idiotas.
Y esto es, de quienes fabrican sonrisas de diseño, una forma de violencia hacia la alegría y el buen humor.