Violencia y manipulación

Occidente aplica criterios de género, pero no apliquemos nuestros criterios sociales de Occidente al resto del mundo. Nos miramos a veces el ombligo, creyendo que todo el planeta vive como nosotros, lo que es evidente que no es verdad. El hindú tiene una forma de pensar, el chino, el japonés, el africano. Y desde luego el papel social que representa la mujer o las mujeres no es el mismo en todas las sociedades.

Hablar de la independencia de la mujer cuando resulta que en dos terceras partes del planeta son los hombres los que dirigen los destinos de todos, me parece exagerado y poco objetivo.

No sé cuánto tiempo tardaremos en encontrar las respuestas, las soluciones, las fórmulas correctas de convivir pacíficamente las mujeres y los hombres, pero bueno, entretanto eso se produce –si es que se produce- esto que vivimos es lo que hay. Violencia de género y manipulación de género.

Es fantástico que existe la mujer, pero en la misma forma que es bueno cuidarse o protegerse de algunos hombres que van de egoístas, también es bueno protegerse de las mujeres que usan eso que ellas llaman sus armas de mujer. Es bueno tener esto en cuenta porque el paisaje de comportamiento está muy desarreglado. Hay demasiada gente que usa todo con tal de salirse con la suya. Y es bueno prestar atención, relajarse y no bajar la guardia. Vivir sí, pero sin entrar a según qué juegos. Y existen muchas formas de preparar y servir un engaño a una persona. El veneno sigue siendo veneno, tanto da si se mezcla con el arroz o se mezcla con unas palabras. El vestido o el traje que se pone una persona no es lo que importa sino las intenciones e intereses que verdaderamente abriga en su interior.

O sea, que no vivimos en un mundo maravilloso, de ricos y profundos valores, de una ética y una moralidad que ayuda a todos a convivir en paz y en libertad. Si queremos echar la culpa al otro o a la otra, lo hacemos inevitablemente, porque la culpa es una patata caliente que nadie quiere quedarse. Pero al menos reconozcamos que echarle la patata a otro no elude nuestra propia responsabilidad de haber entrado en según qué juegos.