Castillos de naipes
Está en boca de todo el mundo y sirve como excusa para decir un buen puñado de tonterías.
¡¡La criisiiiss, quee vieenee la criiisiiss!!
Esto de la crisis y de ver el mundo a lo grande, es decir, vernos a todos juntos, es un disparate tan absurdo y tan tonto como ver al jefe del mundo que todos los días vigila un gran centro de mando, con muchas computadoras y muchos cables y llegamos al cerebro, una sala enorme, con cientos y cientos de cables de muy distintos colores.
¡Oiga, tiene usted ahí un cablecito suelto!
¡Bah, no importa!
¡Oiga que tiene dos! ¡Oiga que tiene siete! ¡Oiga que tiene mil!
El cerebro sigue funcionando.
En realidad han puesto a un funcionario a escribir chuletillas, en la puerta, que hace creer que el cerebro sigue activo.
Es como si la policía de Kansas pide respuesta a una emergencia nacional y el funcionario de la puerta le responde con una nota sobre el horóscopo del día.
La crisis que ahora ha surgido, que parece que se ha hecho la reina de todas las crisis, es otro más de los muchos problemas que hoy tenemos la Humanidad. Uno de tantos.
El problema no es el problema. El problema es la mentira con la que se rodea el problema. Eso sí que es un problemón, un auténtico problema. Es más problema las mentiras que el propio problema.
¡Ah oiga, es que necesitamos la mentira para sobrevivir!
Respuesta: normal, viven ustedes en un mundo de papel y de mentira. Fabrican ustedes castillos de naipes y piden que nos metamos debajo de ellos, para probar su seguridad.
Es indecente, inmoral, y dice claramente quiénes son ustedes y quién es la sociedad que a ustedes les ampara y les cobija.
Seguro que los galos y los lusitanos y los tartessos contaban mentiras. Seguro que sí.
Seguro que los romanos, los egipcios, los persas, los aztecas, los mayas, los kiowa, contaban también mentiras. Seguro que sí.
No tengo ya que preguntar si los visigodos, los árabes, los reyes y los señores cristianos contaban mentiras, porque para esto tengo el trabajo de los historiadores y de los libros de Historia. Contaban mentiras.
¡Pero oiga, hay mentiras y hay mentiras! Hay mentiras que, de lo gordas que son, no soportan su propio peso. Y llevamos ya en crisis mucho tiempo. Llevamos en crisis desde que gobierna el terror de la mentira, que es un terror que va asociado a los otros terrores que vivimos.
O sea. La crisis de esto o la crisis de aquello es un problema, pero el verdadero problema no está en la crisis sino en las causas que dan origen a la crisis.
¿Y cuáles son las causas que dan origen a la crisis? La pobre conciencia que cada uno de nosotros tenemos. La pobre conciencia del conjunto de nuestra sociedad.
Esto es debilidad. Debilidad del conjunto de una sociedad.
Sociedades débiles resultan de individuos débiles y sociedades débiles dan también realidades y mundos débiles, como castillos de naipes que se desmoronan, efímeros, breves.
Sociedades débiles resultan de individuos débiles y sociedades débiles dan también realidades y mundos débiles, como castillos de naipes que se desmoronan, efímeros, breves.