Confianza
Confiar es maravilloso, una continua prueba, en lo desconocido, un auténtico viaje por lo desconocido. Me veo a mí mismo ahora, con todo lo ya vivido, junto a quien yo era, con tres, cinco, veinte años, qué gran diferencia, cómo las personas podemos hacernos, fabricarnos, inventarnos y reinventarnos en el transcurso de la vida. Un hecho hermoso, de apasionante confianza.
La confianza invita a la confianza. Y la única forma de conocerse las personas, de verdad, es con confianza.
Confianza y fuerza. Cada persona es como es. Incluso las personas más anónimas, que parece que no tienen nada interesante que decir o aportar al mundo, llevan dentro muy buenas experiencias personales.
Normalmente queremos que las demás personas sientan confianza en nosotros, pero la gran pregunta es cuánto nosotros confiamos en otras personas.
Por qué pedimos lo que nosotros no estamos dando con nuestro vivo ejemplo.
Confiar es algo que va mucho más allá de unos valores y de una moralidad y una ética. Creo que es algo que nos lleva a las raíces humanas. Por qué los animales salvajes huyen de las criaturas humanas.
Por qué los pájaros no se acercan a todo el mundo. Qué ven en nosotros que les aleja. Qué ven en nosotros que les da miedo. El niño pequeño puede decir un ¡ven, pajarito, ven! La cuestión es si, por puro juego, le romperá el cuello al pajarillo que caiga en sus manos.
Nosotros tenemos la suerte de vivir sin ninguna otra especie que nos domina y está por encima de nosotros. Somos la cumbre de esta pirámide alimenticia que nos enseñaron en la escuela. El ser humano, el gran depredador.
No voy a pedir que mis semejantes se hagan todos vegetarianos. Ni voy a pedir que pasen hambre para salvar la vida de animales enjaulados que son sacrificados y envasados con códigos de barras para alimentarnos.
No voy a llegar a tanto. Pero sí pido que no matemos gratuitamente, por pura diversión. No vale la pena. No lo digo ya por aquellos que participan en cacerías, sino por aquellos que matan por el placer de matar, de sentir el poder de arrebatar la vida a otra criatura.
Hace 500 años era una ingenuidad pensar que nuestra ciencia avanzara de la forma que lo ha conseguido en estos últimos siglos. Hacerse ahora los ingenuos, con todo lo que ya sabemos, es inútil. La verdad está sobre la mesa, no podemos fingir que no vemos la realidad.
Confiar es algo que va más allá de la moralidad. Confiar es algo que nos lleva a muchas cosas. Pongamos la situación que retrató una película. En una isla, un norteamericano y un japonés, enemigos que no conocen que ha terminado la II Guerra Mundial. Comienzan teniéndose miedo, acaban aceptándose. Son los dos únicos seres humanos en toda la isla.
Confiar. No es un acto puramente de cultura, de formas diferentes de comprender y vivir la vida, sino que es un acto también de inteligencia, de intuición. Es el acto de confiar individualmente.
Confiar es una valentía. Hay que ser valiente para confiar porque siempre que confías estás arriesgándote. Si confías en quien debes, no te arrepentirás de la confianza que pones en una persona. Se trata que sepas escoger a la persona en quien confías, en quien pones tu confianza. Nada más. Y nada menos.