Sociedades crispadas
Vivo en un país que está reinventándose a sí mismo, en el que los cambios son prácticamente de un día para otro. Un país crispado y en crispación, un país enfrentado, un país con deudas y preocupaciones, agobiado, que me ofrece un paisaje de inestabilidad.
Cualquier español está sometido a un agobio tremendo, por multitud de flancos abiertos. Por ejemplo, abuelos con pensión en los pueblos, ya no pueden dar más de sí, no son capaces de pagar precios abusivos de contribuciones o impuestos locales, precios abusivos de agua, luz. No pueden. Esos mismos abuelos, en una ciudad, muchos de ellos están alimentando a sus familias, los que se han quedado en el paro y viven de cáritas y bancos de alimentos.
No se puede tener a un país así durante mucho tiempo. Un país no puede funcionar como un gran campo de refugiados. Dejamos a los abuelos, tomamos a los trabajadores. No hace falta que tengas coche y plaza de garaje, sin ir tan lejos, los gastos cotidianos pueden ser de aúpa. Los precios son de aúpa y los sueldos no son de aúpa, todo lo contrario. La película está jodida para un trabajador por cuenta ajena, pero para un autónomo o un trabajador independiente, la cosa se pone infinitamente peor.
Una persona que da de comer a los gatos en la calle es denunciada con una multa que le quiebra la economía; por ir a recoger setas al campo, puedes recibir unas multas que te llevan directamente a la pobreza. Así de real es la realidad diaria. Cosas que siempre se han aceptado por normales, dejan de ser normales por el afán recaudatorio de la Administración Pública. Los ayuntamientos recaudan por poner multas que infringen las ordenanzas, y cada vez más ordenanzas absurdas, no por el bien de la socidad, sino para recaudar más.
Es un paisaje de supervivientes. Es un paisaje de crear actitudes de: “vale, todo está jodido, pero hay que sobrevivir, mientras uno sobreviva, allá películas, el que venga detrás que apriete el paso”.