Romanticismo
Una forma de romanticismo es el de esas personas que quieren ser románticos y que no lo son. Son personas que se quedan en la superficialidad, que piensan que el romanticismo es una película irreal y de fantasía.
Ese romanticismo no me gusta. Tampoco me gusta el movimiento romántico de escritores y pintores porque eran unas personas muy amargadas y tristes, demasiado arrebatadas como para poder ser amigo de ellos. Eran escritores que escribían historias infelices de amor, como si el amor tuviera rasgos de infelicidad. Yo creo que hacían esto para llamar la atención y para decir a todos los demás hombres que ellos querían un poco más de amor en sus vidas.
No se atrevían a vivirlo y es por esto que escribían esas historias infelices de amores desgraciados. El movimiento romántico cantaba mucho a la muerte, a la desgracia, a los amores que acaban mal, al infortunio de la vida. Sin embargo, como lectura o como pintura, lo veo excelente. El pintor francés Delacroix, romántico, por ejemplo. Víctor Hugo, como escritor, por ejemplo. No sé si Dostoyevski era romántico. Dostoyevski era algo muy especial. Era un hombre con una sensibilidad extraordinaria, aunque tenía ataques de epilepsia. Sus libros yo los devoraba de niño, los leía como si fueran agua, litros de agua que no me cansara de beber.
Sus historias de amor eran románticas y conmovedoras. Recuerdo un pequeño libro, El Jugador. Me enamoré de aquel libro y de sus personajes. Daban deseos de meterse dentro del libro y decirle al protagonista: ¡eh tú, tonto, más que tonto, dile a esa chica que la amas, no seas tan tonto! Pero Dostoyevski hacía tales enredos, que una historia de amor fácil se convertía casi en un imposible, y por supuesto acababa mal. Me daba rabia porque te dejaba triste. No me gustan los libros con finales infelices. Pero bueno, tiene que haber de todo en la literatura.