Un instante por Todos los Santos

Puedo ahora permitirme unas palabras de desánimo o desaliento. Y diré que estoy cansado de tantos inocentes caídos en el supuesto combate de la vida, de tantas vidas perdidas en el camino de la vida.

Y al permitirme este instante de desánimo, no estoy pensando en las guerras o en las batallas de nadie, sino en las mías propias. Pienso en los inocentes que llevo grabados en mi corazón, conmigo. Ellos se han ido y yo tengo su vivo recuerdo conmigo.

Y vendrán nuevos tiempos y nuevas criaturas y nuevas vidas. Y ninguna vida ha sido inútil o ha sido perdida inútilmente. Mientras quede uno solo con vida que recuerde a todos los demás.

Un pequeño instante solemne, en mi vida personal, para recordar a María de los Llanos García Navarro, a sus 27 horas de vida, a sus imágenes y recuerdos grabados en la mente de su hermano, quien esto ahora escribe, que entonces tenía tres años.

Pequeño instante solemne para otra niña, otra hermana que nunca llegué a tener, que nunca llegó a nacer, construyéndose abandonó la vida.

Y pequeño instante para recordar a la madre de esas dos niñas y madre también del hombre que ahora escribe estas líneas. Pequeños instantes solemnes para recordar a quienes se fueron, a la madre de aquellas niñas, al padre de aquellas niñas que también se marchó.

Y he aquí, el hombre manchego, o mejor también podríamos decir que el Último Mohicano. Porque verdad es que conmigo se va todo el ADN de la familia de mis padres y de mis hermanas.

Recuerdo la sensación que tuve un día, allí por un lejano 2007, en la terraza de mi casa del pueblo. Hacía apenas unas semanas que había fallecido mi madre y, mirando al horizonte, me quedé pensando en esto que ahora escribo: ¡Dios mío, que me he quedado sin familia! Bien verdad que no era muy grande pero cuando es cero, directamente es cero.

Es como pasar el caballo de Atila y no dejar ni siquiera que la hierba haya crecido, ver el campo arrasado, como un desierto. Y algo así debí yo ver aquel día en el mundo y en la vida, como un desierto arenoso, en aquellos días que era tan reciente la muerte de mi madre.

Pequeño recuerdo de instantes solemnes para esas tres grandes mujeres que fueron mis hermanas y mi madre. Recuerdo también para el gran hombre que fue o que intentó ser mi padre. Estoy seguro que a su manera también lo consiguió. La gloria y ser glorioso.