Cosa buena la amistad

Pensando qué cosas malas y qué cosas buenas han existido en mi vida, pensando en ellas y pesándolas, valoro infinitamente mucho más las cosas buenas; aunque he tenido pruebas un poco azarosas, me siento afortunado; y principalmente me siento afortunado porque tengo una alegría interior que hace ya tiempo que tengo funcionando, activa.

Las cosas malas de mi vida han sido comprensibles cuando he podido comprenderlas.

Todo lo demás, ha sido bueno. He conseguido las cosas que quería; he conseguido muchísimo más de lo ni siquiera yo me podía imaginar; he aprendido un montonazo de cosas; y me siento más vivo que hace veinte o que incluso hace treinta años. Puedo cantar esto de “gracias a la vida que me ha dado tanto” porque me siento agradecido y afortunado de que la vida está siendo generosa conmigo.

Cosas buenas que me han pasado en la vida. Sobre todo la amistad. He hecho amigos de primera, personas que casualmente nos hemos conocido y que muchos de ellos han dejado huella en mí y yo en ellos. Creo que me puedo cantar la canción de Atahualpa Yupanqui, ésta que dice: “yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar, en el valle la montaña, en la pampa y en el mar”. (Sigue la canción): “Gente de mano caliente, por esto de la amistad, con un rezo pa rezarlo, con un llanto pa llorar. Con un horizonte abierto, que siempre está más allá; y esta fuerza pa buscarlo, con tesón y voluntá.

Era un genio el Atahualpa Yupanqui.

Amigos, muchos. Pruebas, algunas, de las que ha salido (creo) un hombre mejor. He tenido la suerte de saber qué se siente al ser despreciado y qué se siente al ser amado. Puedo comparar la viscosidad del desprecio con la gloria bendita del amor.