Es de locos

No sé dónde comienzan y dónde terminan las contradicciones. Son para mí contradicciones que la idea de progreso haya de venir asociada a inmensos riesgos de contaminación atmosférica, contaminación de aguas, además de un empobrecimiento de la salud de la población, a cuyo objeto se destinan presupuestos multimillonarios para reequilibrar la salud. Es literalmente de locos.

Es de locos utilizar sustancias que hacen crecer los pollos en unos pocos días, a sabiendas que esa carne, engordada artificialmente, es un veneno que estás vendiendo a tus clientes. O es de locos que la chatarra tecnológica acabe en países africanos, ilegal, con el consentimiento de todos los gobiernos y autoridades.

No sé, la verdad es que yo creo que los últimos 30-40 años, están llenos de pequeñas y medianas barbaridades. Y un poco, el resultado es esa situación de desorientación que ahora parece estar viviendo Europa, los 28 socios de la Unión Europea.

Es como asistir a un colegio o a un instituto de adolescentes y que el grupo de los de siempre, con ayuda del director, profesorado y personal administrativo, se dedican a romper la grifería y el mobiliario y hacer un conjunto de putadas frecuentes, con objeto que ese colegio goce de mayores subvenciones. Un día, las subvenciones dejan de llegar, los chicos tienen que estudiar en mobiliario roto y pintarrajeado, carecen de agua potable y el tejado se les cae a pedazos. No se llega a esa situación en un solo día.

En muchos sentidos, sucede así con la sociedad actual. No puedes considerar tu enemigo al que tienes al lado. Y sin embargo, nos preparan para competir y aún peor, para engañarnos. Porque está claro, cuando son las propias instituciones quienes te engañan, qué puedes pensar.

En España, han echado la culpa a los políticos de la crisis. No ha sido así. La culpa ha sido de prácticamente todo el mundo, que había tomado unos caminos de vivir muy equivocados, comenzando por el qué es algo público y qué es algo privado. La verdad que ha sido y está siendo alucinante.

La vida sigue, continúa, es verdad. De nuevo, se hace evidente la enorme capacidad de volver a crear sobre las ruinas de aquello que hemos estado destruyendo. Los motivos hace 2000, 1000, 500 años eran otros. Eran los motivos de servir a una religión, de servir a un rey o a un príncipe soberano o a un señor feudal. Eran los motivos de comprar la soberanía y el gobierno de otros territorios que se anexionaban y pasaban a ser ciudadanos de segunda o de tercera clase de la gran metrópolis del imperio que entonces tuviera supremacía. Hoy no se hacen las cosas por aquellos motivos, sino por dinero. Y esto es lamentable porque si los valores y la moralidad de una persona van relacionados y asociados al cuánto dinero hemos de poner sobre la mesa para comprar la paz, vamos apañados. El oportunismo del dinero y el tiempo de los oportunistas que todo lo traducen al factor dinero.

Está claro que una sociedad no se construye así. Y bueno, quizás todo esto que ha estado sucediendo debía pasar. Debía ser necesario que nuestros índices de contaminación fueran tan altos que el problemilla se ha convertido en un asunto tan grave como plantearse si equis ciudades costeras tendrán que ser evacuadas en el presente siglo, por la subida del nivel del mar.

O si el número de alérgicos primaverales ha aumentado considerablemente. Es decir, los asuntos de la industria no se tratan solamente en las mesas de reunión de la industria. Como prácticamente todo, la energía, la industria, la agricultura, la distribución de alimentos, es un asunto que compromete y responsabiliza a todos, al conjunto de la Humanidad.