Occidente como modelo del mundo
Occidente como modelo del mundo. Es una más de las tantas injusticias del mundo humano actual. Es vender una moto que ni los propios que la han diseñado y comercializan conocen la marca, ni las piezas, ni la seguridad, ni el número de ruedas que tiene la moto.
¿Vamos la Humanidad a mejor o vamos a peor?
Visto lo visto, es para tener miedo a los experimentos humanos, en especial a aquellos experimentos que son dirigidos o teledirigidos desde los hilos del poder. Ejemplo de esto, lo que hemos vivido en este pasado siglo en nuestra Historia Humana. Creo que ese camino ya nos está mostrando qué Humanidad estamos creando para este siglo veintiuno, los hijos de dos guerras mundiales, hijos de la era espacial, hijos de la televisión, hijos de la telefonía y de las nuevas tecnologías, hijos de la superpoblación y de las megalópolis, hijos de los grandes tráficos humanos, hijos del automóvil, del AVE, de los grandes cruceros y de los aviones más rápidos y más baratos.
Éstas son algunas de las reseñas de la sociedad humana actual. Hijos de esto, hijos de aquello. Hijos de un tiempo anterior donde a la vez que Europa se embarcaba en el colonialismo del mundo, desde Europa intentaban exportarse ideas de libertad, de democracia, de parlamentos y de la voluntad del pueblo. A la par que se instauraba un sistema que nadie conoce definidamente que se llama capitalismo y, en el cual, lo mismo las decisiones se toman en una Bolsa, en el Consejo de Dirección de una gran multinacional o vete a saber dónde, el quién es quién en eso que se ha dado en llamar El Sistema, y que nadie sabe con exactitud qué o quién es o son o forman parte y con qué funciones del sistema.
Planteemos el mundo de hoy de la siguiente manera. Imaginemos a un embajador de un país hasta ahora desconocido, de un planeta hasta ahora desconocido, que entra en contacto pacífico con nuestro mundo. Supongamos a ese embajador que es recibido por las altas autoridades y representantes de toda la Humanidad, y que le presentan los grandes logros que hemos conseguido, nosotros solos, a lo largo de estos últimos milenios. Supongamos que uno de los logros humanos que se le presentan al embajador es que antes la Humanidad mataba a 100 personas por minuto. Ahora solamente a la mitad. Hemos avanzado. Ya no tenemos que matar a tanta gente por minuto. Y lo presentamos como un avance.
Y ahora viene la gran pregunta: ¿estamos aceptando el asesinato y estamos aceptando que somos unos asesinos? Aunque las estadísticas digan que es mejor matar a 100 que a 1000 personas, la única evolución posible en nuestra humanidad es MATAR A NINGUNA. Mientras los regímenes sigan instaurando el asesinato, en cualquiera de sus modalidades o formas, para autolegitimar la supervivencia del propio régimen, no hemos evolucionado.
No se trata de una situación muy ocasional, muy esporádica, en la cual se tiene que decidir por tantas o por cuantas vidas. Estamos incluso hablando del negocio de la vida humana, de comerciar y de traficar con la vida humana.
La Humanidad de hoy parece muy sobresaltada con cualquier problema de salud pública, educación pública, justicia pública. En algún sentido es como la Alemania del III Reich de Hitler, una Alemania totalitaria donde los alemanes de pro vivían muy bien y, entretanto, gitanos y judíos eran despojados de sus bienes, de su libertad y de sus vidas. Pero nadie quiere mirar al asunto, nadie quiere saber nada, nadie quiere darse por enterado de nada. Fue Stalin quien liberó los campos de concentración, el mismo Stalin a quien se le atribuyen más de 20 millones de muertos y deportados a Siberia. Se dice pronto, tomar decisiones así como así sobre 20 millones de personas. Hay que ser muy despiadado. Pero ojo, es que estos seres despiadados disfrazados de corderos, son también quienes nos gobiernan. Y entre todas estas variables, anda un juego muy incierto, que en el fondo esconde también un juego terrible de poder, de a ver quién tiene más poder que quién, en las muy múltiples formas que tiene el poder actual, que puede ser el poder sobre el clima, el poder sobre los virus, el poder sobre la energía, el poder sobre el agua, el poder sobre los alimentos, el poder de cualquier interés estratégico de poder.
Un mundo cambiante y un mundo además atenazado por el miedo. Si le dices a la gente que se relaje que los próximos tres años son de paz y luego viene una guerra, es como decir a los sentenciados a muerte que esta noche se vayan de discoteca y a tomarse unas copas y que mañana les fusilamos al amanecer.
Este tipo de cosas tan aberrantes, tan anormales, no son esporádicas ni inhabituales en nuestro mundo humano de la actualidad sino que están presentes en nuestras vidas de diario. Y esto es lo preocupante e inquietante, que vamos aceptando todas estas cosas y dándolas por normales cuando en realidad no son y no podrán ser nunca consideradas como normales y por tanto como aceptables.
Creo que podemos ver este asunto de qué Humanidad estamos haciendo o hacia dónde camina la Humanidad, desde una óptica que nos señala que toda civilización y todo imperio, antes o después, fruto de su crecimiento y crecimiento y crecimiento, cae víctima de su propia corrupción y entonces, sus vecinos se apoderan de los despojos que ha ido dejando.
Si esto es un signo que existe en civilizaciones, es un signo que existe también en la voluntad profunda de las criaturas humanas, porque en definitiva son las criaturas humanas quienes construyen sus propias sociedades, mal que bien inventen otras cosas. Pero el hecho es que si una civilización se ve afectada por un continuado expansionismo es porque ese expansionismo está presente en la mente humana, individual, que ya tenía un kilómetro cuadrado de territorio y sigue queriendo más, más, más. Es la indigestión del ser humano, que no tiene mesura en el comer, que no tiene mesura en sus ambiciones, que no tiene mesura en su codicia, y que su codicia se vuelve contra sí, haciendo que las cosas cambien.
Con esto quiero decir que son los propios dictadores de ese gran juego global que experimenta social e individualmente con la Humanidad, y con todos los millones de humanidades, quienes en su propio juego llevan también una parte de su exterminación. Es decir, mueren de éxito o dicho de otra forma, mueren por su afán de poder.
Desde hace 500 años, hemos visto cómo han caído grandes imperios. ¿Se puede fabricar un imperio en tan poco tiempo? Sí, desde que el poder del ser humano, desde que el poder de la Humanidad fue aumentando. Las antiguas civilizaciones y los antiguos imperios tardaban siglos en construirse y a veces tardaban siglos en deshacerse. Los imperios más modernos son más prefabricados, como casetas de madera, de quita y pon. Tan pronto te ves a una gran potencia como Reino Unido, dueña de medio mundo, al amparo de otras potencias europeas y trans-nacionales, tan pronto cien años o doscientos años más tarde, quedan unos islotes y un viva la reina por allende los mares, poco más, porque esos mismos pueblos están en su propio proceso de independencia y no son pueblos cualesquiera. Son, por ejemplo, la India, con más de 1000 millones de habitantes.
Tenemos también otra cosa, que es la rapidez de los cambios. Hace apenas nada, a los seres humanos se les permitía pensar en términos globales, en términos de una vez para toda la vida. No tenían porqué plantearse grandes o grandísimos cambios en el transcurso de sus existencias, aún a pesar de saberse dentro de un mundo en pleno progreso y en pleno cambio. Sin embargo, el tiempo siguiente, el mundo sobrevenido tras ese mundo anterior de mucho progreso y mucho cambio, es ya un cambio en sí mismo, que no propiamente un progreso sino un cambio. Es decir, todas esas toneladas de basura, excrementos, inmundicia que han estado fabricando nuestros usos y costumbres humanas durante los últimos 200 años, ahora es cuando nos comemos toda esta mierda y, viendo su sabor, nos decimos que será una mierda muy capitalista y muy progresista pero que no deja de ser mierda y tener sabor a mierda.