El oficio de escribir
El mundo de las palabras. Maravilloso invento. El mundo de las palabras toma sentido con un lápiz y un trozo de papel, con un teclado y una pantalla… espacios donde pueden hacerse unos trazos y signos y queda escrito durante años. Suena casi a algo mágico. No hace falta estampar la mano en las paredes de una cueva. No hace falta pintar las paredes, a la luz de las antorchas, no hace falta picar en la piedra. Solamente con escribir signos, las palabras toman un sentido, quizás incluso miles de años después de haber sido escritas.
Suena realmente a algo maravilloso, que algo tan simple puede tener una vida tan larga y tener tantísimas consecuencias. Que lo que alguien escribe un día, mil, dos mil años después se sigue aún estudiando, interpretando, investigando, analizando, debatiendo, dialogando, comprendiendo, etc.
Las letras, la escritura. Es un lenguaje tan grande y tan amplio que la escritura forma parte de la mayoría de momentos vitales.
El oficio de escribir. El oficio de publicar. El oficio de compartir con los lectores. Qué tema tan interesante.
Exige valor y fortaleza el esfuerzo que los autores hacen en una apuesta fuerte y apasionada por dedicarse y vivir de su arte.
Ver de cerca y convivir con escritores que viven activamente su creación literaria, es todo un mundo. Cuando se lleva en el ADN, creo que es imposible retroceder o dejar de escribir, sea o no sea publicado o publicable.
Las leyes del mercado no son justas, con muchas personas que tienen talento y capacidad de escribir y novelar buenas historias, que no consiguieron publicar, no consiguieron desarrollar su talento y creatividad literaria.
Las leyes del mercado, al tiempo que son injustas con todos esos talentos desconocidos, son también injustas cuando encumbran y homenajean a personajes que escriben sin pena ni gloria, escriben y serán olvidados como las propias historias que escriben.
Pese a todo, quiero pensar que el talento está más allá de los medios, y que se abre paso en ese ejercicio tan tangible e intangible como es el de contar historias, ya sea a través de la autoedición, ya sea porque encuentra un respaldo editorial para hacerse un lugar en el mercado.
Yo admiro sobre todo a esos escritores que siguen creando historias y expandiendo las fronteras del pensamiento humano y lo hacen por amor a su arte, sin esperar premios, laureles ni aplausos.