Vivimos cambios acelerados

Vivimos tiempos donde la vida de las gentes y las formas de pensamiento cambian muy rápidamente.

Nuestros abuelos nunca llegaron a usar con tanta vecindad a las máquinas, ni dependieron tanto como nosotros de la energía eléctrica, de las conducciones de agua potable y de un sinfín de otras cosas impensables. Solamente pensar que en un siglo hemos cambiado más que en varios miles de años anteriores, es para pensar que hacia dónde o cómo cambiamos. Podemos decir que no todos los cambios son malos. E igualmente podemos decir que no todos los cambios son buenos.

Hace 100 años era impensable encontrarnos una población multiétnica en Estados Unidos y en Europa. Hoy la encontramos.

Hace 100 años, Japón y China vivían en la Edad Media. Fue la ayuda de los británicos quien consiguió la industria necesaria para que, en algo más de un siglo, chinos y japoneses aprendan a imitar la alta tecnología de Occidente.

Es realmente curioso que la Humanidad hayamos conocido unos avances tan gigantescos en tan poco tiempo, a la par que hemos conseguido multiplicar nuestra población, sin que esto parezca que ha influido decisivamente en nuestros valores, mentalidades y actitudes ante la vida. Parece que seguimos igual o más de agresivos y competitivos de lo que siempre hemos sido. Parece que siguen existiendo las grandes desigualdades y parece que el poder del dinero y de la pobreza, dicta en qué estamento o clase social te encuentras, puramente por tu capacidad de consumo.

Cómo nos quitamos a toda la gente no productiva. Curiosamente, el Estado del Bienestar que prometía tiempos felices hace un par de décadas, ahora ha tenido una gran reconversión con esta gran crisis económica.

No todo es malo, pero tampoco todo es bueno. Gracias a la aportación de grandes recursos económicos, la ciencia y la técnica ha dado grandes avances. Pero estos avances no van paralelos con los progresos sociales. Es decir, una cosa es inventar una vacuna contra el envejecimiento y otra muy diferente es que esta vacuna esté al alcance de todos los seres humanos. Sin embargo, tengamos también conciencia de los grandes cambios que han traído estos últimos 100 años. También cambios sociales. Por ejemplo, la mujer ya ha dejado de ser un objeto de reproducción. Hace 100 años era impensable encontrarnos con una Hillary Clinton, una Ángela Merkel, así como tantísimos ejemplos actuales de mujeres en primera línea de la política y de las finanzas.

En el mismo sentido, hace apenas 100 años teníamos una esperanza de vida de 40 años, que se ha multiplicado por 2. Y aumentan el número de centenarios. Esto son revoluciones impensables hace unos pocos siglos. En resumen, vivimos un tiempo de grandes noticias, de grandes cambios, de una evolución rápida de nuestra especie. Hacia dónde, no sabemos.

Vemos cada nuevo día cosas que nos gustan poco, como por ejemplo que tengamos tomates todo el año, tomates que desde luego no tienen el sabor de los tomates de los de toda la vida. Pero vemos también que conocemos mucho mejor el mundo que fuimos en nuestro pasado, el mundo también que acontece en el interior de nuestras células. Y quizás con esto, descubrimos también un poco mejor el mundo que nos espera en el futuro. Ahora bien, no seamos tampoco ingenuos.

Una cosa es el mundo de los filósofos, los científicos, otra cosa es el mundo de los políticos y otra diferente es el mundo de la gente de los negocios. Por dónde seguirá esto, “el esto” que es nuestro mundo actual. Realmente no sabemos, es una gran incógnita, pero esto también hace que vivir el momento actual sea apasionante. No es la aventura que nos habíamos imaginado, pero sigue siendo igual de apasionante.