Convivir en sociedad

Hablemos hoy de la sociedad en su conjunto..

Mi opinión es que seguimos avanzando porque, incluso en la degradación que se promueve en nuestras semillas de sociedad y de hacer sociedad, conviene a los intereses de esa maquinaria social, que sigan existiendo vidas humanas, que somos intercambiables por números, estadísticas, mano de obra, el capital humano.

En la idea actual, en nuestra sociedad de consumo, somos nada más que capital humano, cuantificables como números que evidencian nuestro efímero valor como sujetos y objetos, es decir como mercancías de vida, adquiribles dentro del mercado social.

Sociedad. Entiendo el significado de esta palabra como el conjunto de lo que es y representa nuestra vida en sociedad, en la realidad objetiva de los hechos globales de nuestras existencias, más allá de los simples rituales, formulismos e hipocresías sociales.

La sociedad, el vivir y el convivir en sociedad, es un fenómeno básico del ser humano. En realidad, es un fenómeno de todas las especies de vida, pero es lógico que cada especie de vida tenga su propia forma de hacer sociedad. La de nosotros, los seres humanos, es netamente la de vivir en sociedad.

Creo que, en este sentido, de comprender las bases y los razonamientos de porqué el ser humano está orientado a vivir en sociedad, nos la puede dar el científico Desmond Morris, en su magnífica obra del Mono Desnudo. O podemos también encontrarla en otro magnífico científico, Marvin Harris, que ha estudiado también en profundidad nuestro comportamiento y nuestras raíces antropológicas.

Nosotros, las criaturas humanas, venimos a la vida gracias a la ayuda y activa colaboración de la sociedad en la cual venimos a vivir. Salimos de una larga gestación de nueve meses, en el útero de una mujer, que nos da a luz y necesita que nos corten el cordón umbilical. Ya en este mismo acto de nacer, necesitamos activamente que otras criaturas humanas participen en nuestra llegada a la vida.

Somos, asimismo, criaturas que necesitamos de una larga crianza, a través de la cual aprendemos a nuestra propia supervivencia. Ningún otro animal necesita de tantos años para aprender a sobrevivir, como nosotros sí necesitamos, en un estado de gran vulnerabilidad.

Los dos o tres primeros años de nuestra vida, necesitamos una mayor atención. Es imposible proveer la supervivencia de las criaturas humanas si nuestros sistemas de vida fueran tan peligrosos y cambiantes como lo pueden ser de otras especies.

La cría del búfalo o de la gacela no tiene dos o tres años para desarrollar su instinto y aprender a sobrevivir. A las pocas horas de haber nacido, la cría de búfalo, de jirafa, de cebra o de gacela, tiene que salir detrás de su madre y aprender a seguir el ritmo de la manada.

Nosotros, las criaturas humanas, tenemos unas singularidades y unas peculiaridades netamente humanas, que son justamente las que forman la raíz de nuestra vida en sociedad y del conjunto de nuestras ideas sociales.

Son nuestras características, nacer y vivir en sociedad. Qué es la sociedad. Un concepto vivo, en evolución, que ha conocido profundos y grandes cambios desde que tenemos conocimiento de la aparición del ser humano. Un concepto que comprende espacios vitales de nuestra actitud ante la vida, al formar parte de nosotros desde la familia y desde todos los instrumentos de sociabilidad y socialización que todas las sociedades ponen en marcha, incluso aquellas que se distinguen por una mayor simplicidad.

Sociedad es una palabra y concepto que nos habla de familia. Pero no es lo mismo la familia de un yanomami, un dayak, un tibetano, un nórdico o un mediterráneo. El concepto de familia varía mucho en las diferentes sociedades. Pero nos referimos a todas ellas como familia.

Con la progresiva complejización de las sociedades y por consiguiente de las familias, llegamos a identificar situaciones que no corresponden propiamente al concepto que dicen representar. Es decir, no podríamos considerar como familia a la situación de los jóvenes rateros, abandonados, excluídos de la sociedad, que formaban parte del retrato literario de Charles Dickens, viendo los niños que eran literalmente excluídos de una vida en sociedad. Digamos que vivir en las covachas de una gran ciudad, no es propiamente vivir en sociedad.

En la actualidad, se hablan muchos minutos de información mediática, se utilizan muchas páginas impresas de periódico para crear y sostener eso que ahora llaman la opinión pública, la opinión de la calle, la opinión del ciudadano medio o del ciudadano estándar. Yo creo que gran parte de estos argumentos son un bulo que no se sostiene, porque se dedica a hablar de la decoración y omite conscientemente y a conciencia hablar de lo importante, que es la raíz de las cosas, el porqué, el origen de los hechos y la forma práctica de corregir los desequilibrios que evolucionan nuestras sociedades.

Una sociedad es lo que mantiene la cohesión entre las personas. Sin sociedad, podemos quizás existir pero seríamos simplemente bandas de bandidos, de bandoleros, que ejecutamos pillajes y saqueos unos contra otros, que nos sometemos en función del miedo, que nos tenemos en cuenta puramente por nuestra capacidad de matar, extorsionar y violentar otras vidas. Regresamos a las primitivas sociedades guerreras. Pero esto ya no es posible.

Y al punto no es posible porque donde las verdaderas sociedades se diluyen y corrompen, esas otras sociedades de la violencia entran a formar parte. Lo estamos viendo en México o en numerosos países de África y también de Oriente Medio. Lo estamos viendo incluso en la segregación de la antigua Unión Soviética.

Vivir en sociedad. Yo digo que hemos de ser conscientes del valor que tiene vivir en sociedad y también hemos de tomar conciencia que, fuera de la sociedad, no existimos en parte alguna. Es decir, o vivimos en sociedad o estamos muertos.

No existe ninguna opción fuera del vivir en sociedad. A pesar que hoy, peligrosamente, una parte de la educación se dedica a corromper el principio mismo de sociedad.

El origen de la sociedad está en nuestros genes, en el transcurso de nuestra historia y en nuestra propia biología y características corporales. Somos criaturas que vivimos en sociedad porque somos más fuertes viviendo en sociedad, porque es posiblemente la única forma de sobrevivir. E incluso estoy hablando de la sociedad formada por una mujer y por un hombre, no solamente por la sociedad cavernícola que formaron nuestros predecesores, hace miles de años.

La criatura humana somos grandes depredadores, estamos en la cumbre de la pirámide alimenticia, como el león y el leopardo y el tigre y los grandes depredadores. Sin embargo, a diferencia de muchos de esos depredadores, algunos de los cuales forman manadas, nosotros formamos familias y tribus y pueblos y comunidades. Somos sociedades diferentes a la que forman los leones y leonas, pero somos un poco más parecidas a las sociedades que forman los gorilas, los babuinos, los chimpancés, los macacos, como si compartiéramos más genes de los homínidos que de esos otros depredadores.

Sin embargo, la evolución de la vida terrestre nos ha ido mostrando un tronco y una raíz común, que progresivamente ha sabido encontrar miles de formas de vida diferentes, en las cuales, unas vivían en más sociedad y otras vivían en menos.

Vive en menos sociedad el animal que se reúne con otros machos en una determinada época del año y, tras un ritual de enfrentamientos, el macho vencedor copula con una o con varias hembras de la manada, que gestarán los próximos machos y hembras de la siguiente generación.

En unas especies, la crianza de las jóvenes criaturas se realiza puramente por la hembra. En otras, son hembra y macho quienes se dedican a todas las tareas. Ahí tenemos el ejemplo de los pájaros y de incubar a sus polluelos y alimentarles. El mundo animal y vegetal nos ofrece un amplio repertorio de vida que nos deja ver nuestras diferentes posibilidades y oportunidades de vivir y convivir en sociedad.

En este contexto, nosotros, la criatura humana, hemos realizado y ensayado diferentes modelos de sociedad, que progresivamente se han ido haciendo más complejos, con el devenir del tiempo, pero que dentro de su complejidad siguen teniendo unas básicas, unos elementos primordiales.

No somos creados en una máquina en un hospital sino que seguimos naciendo del útero de una mujer. Y tampoco nacemos con un microchip de Microsoft, adosado debajo de nuestra piel, sino que seguimos siendo naturales cien por cien, a pesar que después, en el transcurso de la vida, usemos objetos que no son naturales y se convierten en una prolongación de nosotros.

Por tanto, por dar un resumen de mi opinión personal de lo que es y significa la sociedad y vivir en sociedad, yo digo que no podemos jugar con tanta irresponsabilidad, con tantas manías, con tantos egos, a ser criaturas que somos en una sociedad, cuando en realidad estamos socavando sus cimientos y estamos destruyendo sus principios básicos.

Es decir, hemos de saber claramente qué entendemos por sociedad y no dejarnos confundir por el adorno y la tontería y la propaganda de esta cuestión, tan seria y tan vital para nuestros intereses.

Entender y elegir si queremos ser capital humano, números que evidencian nuestro efímero valor como sujetos y objetos, o queremos ser familia; y por tanto sociedad es aquello que deja ver, en la práctica de vida, cómo son nuestras familias.

Hoy está muy extendido que llamemos familia a todo, pero no es verdad.

La familia, qué es la familia, los diferentes tipos y formas de ser familia, sin poner en peligro el principio básico, sin dejar desprotegidos y abandonados a criaturas que no pueden defenderse.

La familia es digamos que una sociedad en pequeño. Los padres pueden dar a sus hijos la educación que ellos quieran darles, pero existen unos principios comunes que son de aplicación, gracias a unas leyes que sí las construye el conjunto de la sociedad y no se dejan para que las construya una familia en concreto.

Mi opinión personal es que, de todas las sociedades humanas, las occidentales son, con todos sus defectos, las mejores sociedades. Mi opinión personal se inclina hacia las sociedades democráticas que hemos ido consiguiendo construir en Europa y en otras sociedades avanzadas.

Y mi opinión asimismo avanza hacia comunidades muy concretas, de matriarcados que sí han funcionado perfectamente para mantener alejada la tensión, tan habitual en las sociedades humanas, de encontrar y no encontrar pareja. En concreto escribo ahora de un pueblo del Tíbet, en China, donde el pueblo entero es un matriarcado. Son las mujeres quienes mandan, incluso en su permisividad o libertad sexual. Es un matriarcado concreto, un modelo de vivir y de hacer sociedad.