Medios básicos

Frente a frente con cualquier gran problema de cosas básicas de la vida y además el asunto de la supervivencia, hago un rápido bosquejo visual de qué lugar o lugares de este mundo dan cobijo a las personas que quieren expresarse, vivir, abrirse paso o abrirse camino, y, con todos mis respetos por todos los mundos de este mundo, yo no veo una gran hospitalidad o un gran cobijo por parte alguna.

Más bien veo a millones y millones de criaturas y de vidas que ahí van y ahí vamos paleteando en nuestros viejos barcos de remos, en nuestras humildes embarcaciones, hasta que una tormenta nos convierte de marineros en náufragos y ahí el mar es el mismo para todos.

Es tan simple que no necesita ni entierros. Lo que se tragan las olas, tragado está.

La vida, en todas partes, está con tantos altibajos, tantas preocupaciones, tantos incidentes que las personas normales y corrientes no pueden vivir tranquilos y tampoco pueden dormir tranquilos.

Es un mundo que exige demasiado a cada nuevo día, un mundo de elevadísimos costes y un mundo donde no solamente cuentan los incidentes y accidentes previsibles sino todo un nuevo mundo de nuevos incidentes que convierten el vivir humano en algo así como el juego de la ruleta rusa.

Y confiar el destino de uno mismo a una bolita dando vueltas aleatoriamente por una ruleta, no es, desde luego, un camino aceptable de vida, pero se hace aceptable cuando no queda otro camino mejor.

Esto que digo no es una cuestión de regiones o de continentes, sino que es algo generalizado para todo rincón del planeta, al menos para todo rincón globalizado. Ha llegado la globalización, ha llegado la plenitud del siglo veintiuno.

Y parece que hemos de ser superhombres y supermujeres para poder llevar adelante algo que debiera ser tan sencillo y simple como vivir, sobrevivir, desarrollarnos humilde y sanamente en nuestros propósitos de vida.

En fin, es un verdadero y supino coñazo, una lata de las de hojalata, ver que el dinero y los medios básicos de supervivencia tienen nuestras vidas y las vidas de muchos millones de terrícolas, cogidas por las orejas o cogidas por los huevos, en un hablar mal y pronto.