Afán por vivir y aprender

En el océano de las experiencias y también del aprendizaje y de la ciencia de la vida, está bien que puedo decir, como el poeta Neruda, que he vivido. Yo añado que estoy vivo y, además, he vivido. Y recalco el estoy vivo porque es la actualidad en la que asiento la vida presente, de hoy. Y desde aquí, el futuro será aquello que tenga que ser, pero estoy vivo y éste es mi primer afán.

Primero vivir, y luego está el afán de aprender y crear.

Es el afán de vivir y aprender que me llevó a continuar estudiando, al llegar por primera vez a Salamanca. Tenía fuentes de ingresos aseguradas pero el afán de vivir me llevó a incorporarme en servicios comerciales de empresas para aprender el mecanismo y funcionamiento del comercio y de las ventas, o que me llevó a aprender nuevas disciplinas, que pueden ser el conseguir retratar una situación por una o varias fotografías representativas, aprendiendo el uso y las funciones de la imagen y del lenguaje audiovisual.

O es el aprender a expresar una situación con un conjunto concreto y limitado de palabras, bien en forma de un anuncio en prensa escrita, bien en forma de un anuncio para una cuña publicitaria de radio, bien en forma de un artículo o reportaje, limitado a tantas palabras, con tantos o cuantos titulares, pies de foto, etcétera.

Las personas creativas es normal que hacemos cambios en nuestros entornos de vida. Es normal que nada es igual cuando entramos en una circunstancia a cuando salimos. Hemos cambiado el paisaje y en la misma medida los paisajes nos cambian por dentro. En este contexto, importa también cómo somos, cómo son nuestras inquietudes y cómo es nuestra naturaleza, la misma naturaleza evolutiva que vamos viviendo y experimentando en la evolución también de nuestros conocimientos y biografía vital.

Cada persona tiene su propia circunstancia y su propio destino. Y podemos decir también una fecha y una situación para cuando las personas sienten, en ellas mismas, eso que se llama libertad o independencia de vida. Es decir, que nada o nadie les lastra para llevar a cabo su pleno desarrollo personal.

En mi ejemplo, yo sentí esta sensación, de una forma consciente, cuando viajaba en un tren, de Madrid a Salamanca. Pasaba o había pasado las montañas de la Sierra de Madrid y Ávila se ofrecía a mi vista. Y tenía la sensación de dejar atrás un mundo que nada tenía que ver con el mundo que tenía por delante. Un mundo nuevo, desconocido, lleno de oportunidades y también de riesgos, errores y desatinos.