De las cartas al whatsapp

Las cartas me han parecido siempre uno de los mejores instrumentos de comunicarnos. Pero el mundo ha cambiado y hemos cambiado, a extremos donde nada es bueno o es malo sino con el interés y la voluntad con la cual se escribe.

Hace años, no hubiera dado importancia a algo tan inofensivo como escribirnos unos renglones. Sin embargo, en los tiempos actuales todos sabemos latín, griego, arameo y todas las lenguas muertas del mundo.

El whatsapp, los mensajitos, los emails circulares y las continuas referencias a que estamos conectados. ¿Conectados?. Es como aprender chino en cinco días, ser amigos en cinco minutos, enamorarnos en 17 segundos, vivir aprisa y dejar larga memoria de nuestro paso por la tierra. O sea, recursos publicitarios.

O quiero decir que las cartas fueron cartas toda la vida. Y la comunicación y el diálogo era justamente esto. Sin embargo, llevamos ya demasiados años viendo malos actores y actrices que creemos que repetir las frases de Casablanca nos convierten en Bogart o que imitando la pose de Charlton Heston, acabo pareciéndome a él. Quizás esto podríamos llamarlo el poder de la publicidad, ¿el quinto poder?.

Lo auténtico sigue siendo auténtico. No es el formato ni el soporte ni los márgenes quienes hacen la calidad de unas líneas.